martes, diciembre 31, 2013

A riesgo de parecer mandona

Y claro que podríamos ponernos a enumerar la falta de tacto que tuvo este 2013 para casi todos (maldito hábito de los años impares). Y claro que podríamos reclamar, despotricar, recriminar, desempolvar, remarcar, destilar pero, dale, dejemos que pavadas que queda poquito.

Y no importa cuántos sean por ahí o por acá y no interesa si el calor nos está matando y no resta que las distancias no se acorten y no afecta que los dolores duelan y no cambia casi nada que en el fondo, bien en el fondo, sea un día más.

Justo acá, justo ahora, es el último rato de esta noche vieja desde la que recibimos un año nuevo. Y este viene par y trae mundiales y la vida vuelve a ser, otra vez, un montón de promesas.

Brindá, porque siempre hay con quién y siempre hay por qué. Bailá, porque de otra forma no tiene sentido vivir con los pies pegados a la tierra. Soñá, porque no cuesta nada comparado con lo que gratifica. Amá, porque, sino, para qué pretendemos que gire el mundo. Cuidá, porque es la única forma válida de honrar al amor. Crecé, porque no tiene por qué significar que dejes de jugar. Jugá, porque, al final del día, no somos mucho más que purretes tratando de robarnos sonrisas.

Feliz 2014.
Empezalo cantando, vivilo bailando.
¡Salú!


martes, agosto 13, 2013

Refugios

Mis palabras que cuentan, que buscan, que muestran. Mis palabras que viven, que sienten, que dicen. Mis palabras que describen, que avisan, que anuncian. Mis palabras que callan, que disfrazan, que decoran. Extraño a mis palabras.

Mi calma y prudente selección de palabras que advierten, que declaran, que punzan. Mi irreverente y desorejada predisposición a las palabras que miman, que besan, que elogian. Mi pensada y ciudadosa conexión de palabras que frenan, que alejan, que rompen. Mi desenfadada y desprejuiciada construcción con palabras que invitan, que acarician, que abrazan. Mi innegociable confianza en que las palabras explican, reunen, comunican.

Extraño profundamente la intimidad de mis palabras.



Ahora que ha llegado el optimismo
quién pudiera preguntarte
cómo ser siempre uno mismo.

Pedro Guerra
Papá cantó | Ofrenda

lunes, junio 24, 2013

Pata (y no de conejo)

Que es mala suerte, que trae malos augurios, que se rompe el encanto, que es peor (mil veces peor) que pasar por debajo de la escalera, entregar la sal de mano en mano, romper un espejo y brindar con agua, todo junto. Que eso no se hace, que no conviene, que no es astuto. Desde que mi memoria archiva me han dicho y repetido, hasta el cansancio mismo, que no se festeja el cumpleaños ante de la fecha.

Y yo, que no creo en la suerte pero sí en los designios de los astros, esta vez y con razones que se me antojaron contundentes, festejé antes. Tanto antes que no alcanzó con esperar hasta después de 12 para cantar y brindar. Tanto antes que sirvió de excusa para celebrar con dos amigos más. Tanto antes que me regalé un cumpleaños de 48 horas.

Porque siempre estoy dispuesta a celebrar mi vida, porque insisto en que los saludos valen durante toda una semana, porque me encantó la idea de aprovechar los feriados preparando tortas y catando vinos, porque se me antojó pero, por sobre todas las cosas, porque nada me provoca tanta alegría como festejar, en un mismo momento, también la vida de dos amigos a los que quiero tanto.

Y entonces nos dedicamos a juntarnos, a ponernos de acuerdo, a preparar comidas ricas, a elegir regalos, a aprovechar todas las oportunidades que le robamos a cada día para ir festejando de a poquito y a regocijarnos entre todos por haber nacido, por haber crecido, por habernos encontrado, por habernos elegido y por compartir las alegrías.

Ahora sí, bienvenido cumpleaños mío. Te estábamos esperando con ansias.

¡Hoy es mi cumpleaños!
Recibo regalos.




No quiero morir de viejo No quiero que la vida se canse de mí
No quiero que algún día
El espejo me pase factura de lo que no di.
Y no quiero morir en misa
Prefiero morir de risa en alguna ocasión
No quiero ser noticia
Por no haber estrenado nunca el corazón
Prefiero vivir y viajar con el viento
Prefiero morirme en algún orgasmo a destiempo

No quiero vivir de recuerdos elegantes
No quiero morirme sin haberme muerto antes
No quiero jugar a tu espalda
No quiero llenarme la boca de fidelidad
No quiero vivir en concreto
No quiero firmar un decreto de conformidad
Prefiero vivir sin respuestas obvias
No quiero abrigo cuando afuera hace calor
Prefiero cartas de amor sin novias
Prefiero novias sin cartas de amor
Prefiero vivir y viajar con el viento
Prefiero morirme en algún orgasmo a destiempo
No quiero vivir de recuerdos elegantes
No quiero morirme sin haberme muerto antes

Adrián Berra
No quiero | Mi casa no tiene paredes

jueves, mayo 02, 2013

Ay, Cesare Borgia

Hermana:
¡pero sí, cosita linda!
Con vos cabalgo hasta el fin del mundo y de mis días.

Café:
En.

Hermana:
...

Café:
Vos querés decir en vos cabalgo hasta el fin de mis días.

Hermana:
¡Maldición!
Tengo problemas con las preposiciones.
Y me arruinan las proposiciones.

Café:
Y hasta las posiciones.

¡Qué barbaridad!
Lo que puede una palabrita.

miércoles, marzo 20, 2013

Tozuda

No soy amiga del capitalismo. Y el que venga a bardear al grito de eh, flaca, ¿no sos defensora de la democracia? ¿quién te entiende? va a empezar de pésima manera un intercambio poco agradable. No soy amiga del capitalismo y detesto a los bancos. No los soporto. Me cuesta el concepto pero, muy por encima de eso, aborrezco la realidad banco. El constante desprecio por las personas, la invocación al sistema (¡oh!) como si fuese un dios máximo, la inoperancia constitutiva de esas instituciones y todos los que trabajan (o intentan hacerlo) en ellas, el derroche absoluto de tiempo y esfuerzo, la burla a los cientos de miles de rehenes que formamos parte de su clientela y la repulsiva política de que a río revuelto, ganancia de pescadores. Con esfuerzo (y no poco) conseguí amoldarme a los beneficios de la tarjeta de débito pero no es suficiente. No soy amiga del capitalismo, detesto a los bancos y me resisto con todas mis fuerzas a las tarjetas de crédito. El puto día en que me tengo que pasar horas en un banco para hacer una operación y me entero, de sopetón, que pretenden enchufarme una tarjeta de crédito a la fuerza es el día en que tengo que salir de ahí corriendo para no terminar presa.

En cuanto se me pase la furia que me llena el cuerpo, voy a estar exultante por el resultado de la transferencia que finalmente pude hacer. Palabra.

¡Esa alegría no me la roban!

martes, marzo 19, 2013

Asombroso

Conozco muchas personas
(seres humanos maravillosos)
que conservan vívidos recuerdos
de cuando la vida era previsible.

miércoles, marzo 13, 2013

Ineludible

No creo en los aniversarios. Y lo puedo decir en voz alta hasta el cansancio y lo puedo escribir acá o en cualquier otro lugar y lo puedo pensar tan fuerte como si lo enunciara en voz alta porque real, sincera y verdaderamente no creo en los aniversarios. Ahí aparecen cosas de mi misma que no me cierran. Dado que me importan tanto los cumpleaños, que considero infaltable el brindis adecuado para cada año nuevo, que tengo una memoria infatigable para las fechas redondas parece una rotunda estupidez que no crea en los aniversarios y, sin embargo, es lo que es. (Quizás influye eso de que la fe no es algo que pueda razonarse, ¿quién sabe?)

Sin embargo, cuando llega un día tan difícil que me dura casi 72 horas de pena infranqueable y de cuerpo triste y cabeza embarullada. Cuando me sorprende a mi misma tener este humor tan particular que casi nunca me define. Cuando todo lo que habitualmente forma parte escencial de mi vida me cuesta tanto. Cuando me descubro pensando que me desconozco, aparece un trámite con fecha de caducidad y descubro que es, otra vez, este día.

Llueve.
Acá. En mi.
Diluvia.


martes, marzo 12, 2013

I'll see you soon

Las cosas casi nunca suceden como las sospechamos. Nunca nada es tan bueno ni tan malo. No coinciden exactamente todas las felicidades ni las tristezas. No se superponen milimétricamente las alegrías de todos ni las penas de nadie. Los astros no siempre se alínean pero suelen no desparramarse del todo. Entonces, cada día, cada instante nos enfrentamos al desafío descomunal de acompañar a una persona querida que está pasando por algo que no podemos siquiera abarcar o que se contrapone con toda la furia a lo que podemos en ese segundo. Porque justo cuando querés deshacerte en lágrimas y meterte en la ducha hasta que el agua te enjuague hasta los huesos y quedarte aislada del mundo te llama una gran amiga descontrolada de risas y promesas, de ilusiones y futuros.

Puede que tu parcelita de angustia lo ocupe todo y no te salga frenar las lágrimas. Puede que su rapto de euforia no le permita descubrir que algo en vos duele ajeno a su entusiasmo. Puede que seas perfectamente capaz de entender que en ese momento es más importante acompañar y tengas la fuerza suficiente para impostar una sonrisa casi perfecta hasta que llegue el momento en que ella te abrace el llanto. Puede que sea capaz de contagiarte carcajadas y prepararte mates para acompañar las lágrimas. Puede, también, que contra todos tus pronósticos el cuerpo entero se te sonría por contagio y recuerdes, una y mil veces más, que aún sin darse cuenta las personas grandes te salvan la vida. También puede que tu pena y su alegría no sean capaces de generar ningún espacio de contacto y, de repente, haya una persona menos en tu simple existencia cotidiana. Al menos por un tiempo. Quizás por un rato largo. A lo mejor hasta el próximo carnaval.

lunes, marzo 04, 2013

¿Y si nos hacemos cargo de lo que elegimos?

Flaca, si después te va a generar esa incertidumbre de si yo no hubiese ido, no hubiese dicho, no hubiese hecho y no te la vas a bancar y se lo vas a echar en cara cada vez que tengas la posibilidad entonces, por favor, no encares vos.

Por favor,
¡aflojemos con el drama!

viernes, febrero 15, 2013

Tendré que probar con el tarot

Café dice:
¡¡¡hola mamina!!!

Amiga dice:
¡¡¡hola cafesuchi!!!
¿que contás? tanto tiempo

Café dice:
acá ando, vuelta loca
pero anoche soñé que estabas embarazada
¡¿¡¿¡¿estás embarazada?!?!?!

Amiga dice:
¿¿¿¿¿eeeeeeeeeeeeeeeeehhhhh?????

Café dice:
qué se yo, ¡soñé eso!

Amiga dice:
Noooooo…
¡Espero que no!

Café dice:
Te pido mil discuplas

Amiga dice:
JAJAJAJA
no importa nena,
¿¿¿se te cumplen los sueños???

Café dice:
No sé, si siempre sueño pavadas.

Amiga dice:
Ah, bueno.
Me quedo más tranquila.

Café dice:
pasa que soñé eso y dije,
chaaaaau, mirá si me estoy volviendo psíquica,
me dedico a hacer plata
y ¡se ve que no era el caso!

Amiga dice:
No, no. Psíquica no.
¡¡Psiquiátrica te estas volviendo!!

Lo que pueden dos silabitas, eh.

jueves, febrero 14, 2013

¿Viste vos?

O la cosa se fue de mambo y todos nos decimos feliz día por lo que sea y en cualquier momento me saluda hasta por el día del almacenero o sabe algo que yo no sé o estoy enviando un mensaje muy copado al cosmos.

14 de febrero y una amiga me saluda diciendo feliz día.

Desconcertante.

viernes, febrero 08, 2013

Esto de ser felices

El chiste empieza cuanto subimos al auto. Ya pasó la parte molesta de armar todo, de acomodar los bártulos en el baúl, de calentar el agua para los mates, de darle las gotitas a la gata para que se adormezca, de cerrar la casa, de todos esos preparativos que llenaban una lista imaginaria de cosas por hacer y, de repente, están hechas (aún si eso significó que nos quedemos hasta las dos de la mañana cerrando bolsos y apilando equipaje). No importa que sean las siete treinta de una mañana de sábado de enero. Quizás esa es una de las pocas mañanas del año en las que vale la pena saltar de la cama ni bien el despertador canta porque estás a punto de subirte al auto y ahí es donde empieza el chiste.

Pasar a buscar a otra amiga, emprender el camino, poner música, empezar los mates, abrir la bolsa de bizcochos calentitos. Unos minutos más, todos los preparativos finales para salir a la ruta y saber, a ciencia cierta, que estamos de vacaciones. Y después vamos a viajar durante horas haciendo comentarios graciosos, despotricando contra el mundo, montando escenas diminutas de stand up para terminar de exorcizar los vestigios de mufas del trabajo y los despelotes que, por unos días, dejamos definitivamente atrás.

Y ni siquiera importa si llegamos para tener que acomodar un insoportable desmadre ajeno porque eso ya es parte del viaje, de los días de descanso, de los ratos de pura felicidad, de las tardes de río y lagos y juegos y risas y chistecitos internos y códigos compartidos y noches de karaoke y de recibir gente muy querida en una casa grande y de juntar zarzamoras al costado del camino para hacer mermeladas y de preparar comidas ricas y de pasear buscando recovecos nuevos y de tomar cervezas en un bar antes visto y de conocer gente nueva que también se ríe de los mismos hipervínculos.

Lo sabemos desde el momento en que nos subimos al auto. La única excusa válida para volver de las vacaciones, reanudar la rutina diaria, volver al mundo cotidiano de la realidad es saber, en todo el cuerpo, que en cualquier momento emprendemos la ruta, otra vez y la vida vuelve a ser un recreo maravilloso.

La mejor razón para volver es la promesa de volver.

jueves, febrero 07, 2013

¡Nadie me avisó!

¿Es algo específico con el rosado y por eso las mujeres lo usan tanto
o es la novedad de verme a mi usando algo de este color que sorprende?

A mi no me joden.
Algo pasa con este color


martes, febrero 05, 2013

Expectación

Mirala, ¿la ves?. Sentada en plena noche, mirando para arriba como quien contempla el cielo. Respirando profundo, pausado, para sosegar la cabeza y el cuerpo. Fumando sola y a lo oscuro como quien piensa en calma o como quien procura aplacar inquietudes.

Mirala, ¿la ves?. Con el cuerpo repleto de susto. Ni pavura, ni desazón, ni desarraigo. Susto puro. Susto llano. Ese temor que recorre de lado a lado, que alimenta e intranquiliza. Ese susto primario y primitivo que despierta todas las terminales nerviosas. Esa mezcla de ansiedad, curiosidad y miedo que despabila los sentidos y eriza la piel. No es terror, no inmoviliza, no estanca. Es susto. Ese susto que, como las cosquillas mansas, la vuelve alerta y receptiva, lista para todo aquello que promete sorprenderla y desbordarla.

Mirala, ¿me ves?