jueves, agosto 28, 2008

Si dejo elegir a mis pies...

Hoy no es mi día. Por suerte, más antes que después esta jornada se termina y me voy a dormir. La cosa es más o menos así

Anoche nos fuimos a cenar con los compañeros del trabajo para festejar el cumpleaños de uno de ellos. Todo fenómeno. Ladies night, así que nosotras tomábamos gratis. Considerando que era miércoles, que hoy tenía que trabajar, que iba a ser un día largo y demás yerbas, muy mansita, me tomé sólo 3 gin tonic en toda la noche. La cena/festejo/joda estuvo super divertida y terminó temprano. Hoy todos teníamos que retomar arduas actividades.

Esta mañana tenía que hacer un par de cosas antes de entrar al trabajo, así que me levanté temprano. El reloj sonó, lo postergué 10 minutos para hacer fiaca y finalmente arranqué. Tranquila, contenta. Refrescó considerablemente, el aire matutino tenía otra vez color de invierno y eso me gusta. Además, en mi cabeza sonaba un buen tema para empezar el día. Preparé las cosas y salí a la calle.

Pasé por mi panadería preferida, busqué un par de cosas para desayunar en la oficina, entré al banco, hice un depósito y seguí rumbo. Todavía me quedaba conseguir un par de cosas de librería y arrancar mi jornada laboral. Peeeero, como para contrarrestar, a las 3 cuadras del banco me caí en plena peatonal. Me desparramé en el piso de tal forma que todavía no logro explicarme! No tropecé, no me resbalé, nadie me chocó. Simplemente me fui al suelo sin poder evitarlo. El golpe en mi rodilla me dolerá por días. Ahora es un raspón colorado, después será violeta, negro, verde y amarillo, en sucesivas etapas hasta que logre sanar. Para peor, tengo tanta predisposición a los moretones.

Un par de transeúntes solidarios se arrimaron, me ayudaron a levantarme, juntaron mis cosas (tan desparramadas por la vereda como yo), me acomodaron un poco el pelo y me ofrecieron un taxi. Me costó unos cuantos minutos entender qué había pasado. Finalmente, controlé mis tobillos para asegurarme, me incorporé y seguí caminando con sendos machucones en mi rodilla derecha y mi humor matinal. De ahí en más, todo el día fue de un extremo al otro. De la calma al caos, de la alegría a la pena y así, en ciclos permanentes.

Como conclusión, me di cuenta de que necesito escaparme a Córdoba. En esa provincia vecina está mi lugar en el mundo. Ese rincón del planeta donde soy tan torpe como en casa pero más feliz. Desde hace horas siento un tironeo en los talones, es la orilla del río que me llama. Si yo dejo elegir a mis pies, me llevan para Córdoba...


miércoles, agosto 27, 2008

Mensaje de texto 01





Que no te haya escrito en semanas tiene que ser una buena señal...
Ahora, si todavía recuerdo tu mano en mi pelo,
estoy complicada, ¿no?




¿Estoy equivocada?

Pensá en todas las cosas que condicionan, para bien o para mal, tu vida. Analizá un día cualquiera. Desde que te levantás hasta que te vas a dormir (y las horas de sueño también) hay muchísimos factores que determinan lo que será después. Es más, hay miles de variables que marcan lo que sos ahora. Acontecimientos previos a nosotros mismos nos moldean desde antes de que seamos nosotros mismos.

Si lo miramos desde cada uno, hay un altísimo grado de influencia de elementos propios de nuestro entorno. Miles de cosas. Tus viejos, lo que comiste cuando chico, las cosas que leíste desde la infancia, la maestra de la primaria, el mejor y el peor profesor o profesora de la secundaria. Esa persona que te ayudó a descubrir lo que te gusta hacer y aquello en lo que sos bueno. Sea lo que sea que hagas de tu vida; si tuviste una casa mínimamente digna; comida y un entorno más o menos saludable, hoy sos lo que elegiste ser. Pero eso que elegiste está marcado por las posibilidades que tuviste y por el empuje, en un sentido un otro, de la gente a tu alrededor.

Ahora, si pensamos en el cúmulo de seres que forman una comunidad, la cosa es cada vez más compleja. Tampoco voy a hacer un detalle de los miles de factores que condicionan el rumbo de una sociedad. Lo importante, lo que quiero decir, lo que hoy necesito dejar escrito es ésto:

Todas esas cosas SON decisiones políticas.


El nivel de inflación; el estado del transporte de pasajeros; el precio de la comida; los consumos de combustible; lo que se produce; lo que se compra y lo que se vende; las posibilidades de estudiar; las oportunidades de hacer; el tiempo para jugar; las horas que puedas o no dedicarle a tu familia; el estado de la calle que tenés que transitar para llegar a tu trabajo; la tarifa del teléfono; la relación entre costo de vida y salario mínimo; las probabilidades de que viajes; la intranquilidad de tus viejos; el sedentarismo de tus hijos; las condiciones del agua que tomás todos los días; la principal producción en los campos; la inexistencia de rubros industriales en suelo patrio; la necesidad de algunos profesionales de emigrar; la complicación para irte a otras tierras si es lo que preferís; la obligación de laburar miles de horas para tener un ingreso aceptable; la exclusión de muchos; el beneficio de pocos; que vos, que recién sos papá, no tengas licencia en tu trabajo para quedarte unos días conociendo a tu hijo; que las escuelas se caigan a pedazos; que los hospitales nuevos no funcionen porque no tienen personal; que el que menos gana sea, siempre, el que más paga; y el que menos tiene sea el que más pierde; que la palabra tenga cada vez menos valor; que la mentira sea moneda corriente; el temor de que te robe quien tiene menos que vos; la certeza de que alguien que no lo necesita se queda con lo tuyo. Todo eso y mucho más. Pero, sobre todo, la imposibilidad generalizada de imaginarnos otra realidad, pero una diferente de verdad.

Todas las cosas que nos pasan están condicionadas por políticas. Esas que deciden unos pocos. Dicen que son para el bien de todos.También dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Entonces, miralos, pensalo... Yo creo que no me merezco este gobierno nacional. Vos ¿qué pensás? Si no te gusta la política, la estándar, la evidente, la partidaria, está bárbaro. No todos los nombres van a una boleta electoral. Pero eso no importa porque la política no es sólo ganar elecciones (de hecho, en realidad, tiene poco que ver con eso).

Mirá al lado, seguro que hay alguien que necesita algo. Seguro que hay otros que están haciendo cosas. Seguro que podés empezar a moverte. Para mi lo importante es entender un par de cosas:
Todos podemos hacer algo
Entre varios hacemos mucho más
Nadie merece lo que no quiero para mí
Nadie debería tener aquello que otros no pueden ni soñar
Y, además, hacer algo para cambiar mi entorno es una buena excusa para levantarme todos los días.

Ahora si, he dicho... y como ya me saqué estas palabras de la garganta, preparo unos mates y me pongo a laburar otra vez.

martes, agosto 26, 2008

Quién me ha visto...

Yo,
que vivo despotricando contra las segundas oportunidades,
que afirmo que cuando las cosas se terminan no hay marcha atrás,
que creo sinceramente que si nos separamos en ese momento por algo será,
que no quiero volver a ninguna de mis relaciones anteriores,
que no tengo a nadie intentando converceme...
De repente me encuentro cantando a los gritos, sumamente emocionada, esta canción.


menos mal nos divertimos como niños sorprendidos
menos mal sentimos juntos ganas de vivir

Quizás sea por esa frase. Es probable que, como tantos, esté buscando alguien que merezca esas palabras...

Despertar

No es sencillo levantarse. Es un acto de voluntad. Significa romper el mundo plácido de los sueños y el reposo para reincorporarse a la realidad... La inercia nos puede, implica mucho esfuerzo vencer la quietud y la calma. Sin embargo, hay un momento puntual, definido, en el que uno siente que valió la pena el esfuerzo.

Justo después del tedio de abandonar el lecho y arroparnos de una u otra manera, llega el ritual de cada mañana. En mi caso, el momento de poner la pava al fuego, reunir en una taza los ingredientes del infaltable café de cada día y poner música.
No es un instante cualquiera, no simboliza otro eslabón en la cadena de actos rutinarios... elegir la primera canción del día es un ritual. En realidad, no se trata de elegir sino de descifrar.

Hay algo, un mecanismo particular que hace que cada mañana una canción me despierte. Aún en los peores despertares, en las jornadas que predecimos atiborradas de complicaciones, mi cerebro se escabulle de los enredos y se esconde en una canción por unos segundos.

Si soy capaz de detectar la melodía exacta que suena en mi interior en el instante previo a abrir los ojos y la escucho tomando mi café con leche (ése que tomo en mi taza especial, con mis pantuflas más cómodas y el pelo alborotado), si todas esas acciones cotidianas se conjugan, entonces, aunque más no sea por unos minutos, soy una persona feliz y estoy en calma.

Después el mundo puede arremeter, la tristeza puede encontrar la grieta en la muralla, puede el enojo crisparme los nervios o la ansiedad alterar mi respiración... durante todo un día sé a ciencia cierta que hay una canción en la que me voy a refugiar y que ese sonido en mi cabeza puede devolverme la calma.