miércoles, marzo 20, 2013

Tozuda

No soy amiga del capitalismo. Y el que venga a bardear al grito de eh, flaca, ¿no sos defensora de la democracia? ¿quién te entiende? va a empezar de pésima manera un intercambio poco agradable. No soy amiga del capitalismo y detesto a los bancos. No los soporto. Me cuesta el concepto pero, muy por encima de eso, aborrezco la realidad banco. El constante desprecio por las personas, la invocación al sistema (¡oh!) como si fuese un dios máximo, la inoperancia constitutiva de esas instituciones y todos los que trabajan (o intentan hacerlo) en ellas, el derroche absoluto de tiempo y esfuerzo, la burla a los cientos de miles de rehenes que formamos parte de su clientela y la repulsiva política de que a río revuelto, ganancia de pescadores. Con esfuerzo (y no poco) conseguí amoldarme a los beneficios de la tarjeta de débito pero no es suficiente. No soy amiga del capitalismo, detesto a los bancos y me resisto con todas mis fuerzas a las tarjetas de crédito. El puto día en que me tengo que pasar horas en un banco para hacer una operación y me entero, de sopetón, que pretenden enchufarme una tarjeta de crédito a la fuerza es el día en que tengo que salir de ahí corriendo para no terminar presa.

En cuanto se me pase la furia que me llena el cuerpo, voy a estar exultante por el resultado de la transferencia que finalmente pude hacer. Palabra.

¡Esa alegría no me la roban!

martes, marzo 19, 2013

Asombroso

Conozco muchas personas
(seres humanos maravillosos)
que conservan vívidos recuerdos
de cuando la vida era previsible.

miércoles, marzo 13, 2013

Ineludible

No creo en los aniversarios. Y lo puedo decir en voz alta hasta el cansancio y lo puedo escribir acá o en cualquier otro lugar y lo puedo pensar tan fuerte como si lo enunciara en voz alta porque real, sincera y verdaderamente no creo en los aniversarios. Ahí aparecen cosas de mi misma que no me cierran. Dado que me importan tanto los cumpleaños, que considero infaltable el brindis adecuado para cada año nuevo, que tengo una memoria infatigable para las fechas redondas parece una rotunda estupidez que no crea en los aniversarios y, sin embargo, es lo que es. (Quizás influye eso de que la fe no es algo que pueda razonarse, ¿quién sabe?)

Sin embargo, cuando llega un día tan difícil que me dura casi 72 horas de pena infranqueable y de cuerpo triste y cabeza embarullada. Cuando me sorprende a mi misma tener este humor tan particular que casi nunca me define. Cuando todo lo que habitualmente forma parte escencial de mi vida me cuesta tanto. Cuando me descubro pensando que me desconozco, aparece un trámite con fecha de caducidad y descubro que es, otra vez, este día.

Llueve.
Acá. En mi.
Diluvia.


martes, marzo 12, 2013

I'll see you soon

Las cosas casi nunca suceden como las sospechamos. Nunca nada es tan bueno ni tan malo. No coinciden exactamente todas las felicidades ni las tristezas. No se superponen milimétricamente las alegrías de todos ni las penas de nadie. Los astros no siempre se alínean pero suelen no desparramarse del todo. Entonces, cada día, cada instante nos enfrentamos al desafío descomunal de acompañar a una persona querida que está pasando por algo que no podemos siquiera abarcar o que se contrapone con toda la furia a lo que podemos en ese segundo. Porque justo cuando querés deshacerte en lágrimas y meterte en la ducha hasta que el agua te enjuague hasta los huesos y quedarte aislada del mundo te llama una gran amiga descontrolada de risas y promesas, de ilusiones y futuros.

Puede que tu parcelita de angustia lo ocupe todo y no te salga frenar las lágrimas. Puede que su rapto de euforia no le permita descubrir que algo en vos duele ajeno a su entusiasmo. Puede que seas perfectamente capaz de entender que en ese momento es más importante acompañar y tengas la fuerza suficiente para impostar una sonrisa casi perfecta hasta que llegue el momento en que ella te abrace el llanto. Puede que sea capaz de contagiarte carcajadas y prepararte mates para acompañar las lágrimas. Puede, también, que contra todos tus pronósticos el cuerpo entero se te sonría por contagio y recuerdes, una y mil veces más, que aún sin darse cuenta las personas grandes te salvan la vida. También puede que tu pena y su alegría no sean capaces de generar ningún espacio de contacto y, de repente, haya una persona menos en tu simple existencia cotidiana. Al menos por un tiempo. Quizás por un rato largo. A lo mejor hasta el próximo carnaval.

lunes, marzo 04, 2013

¿Y si nos hacemos cargo de lo que elegimos?

Flaca, si después te va a generar esa incertidumbre de si yo no hubiese ido, no hubiese dicho, no hubiese hecho y no te la vas a bancar y se lo vas a echar en cara cada vez que tengas la posibilidad entonces, por favor, no encares vos.

Por favor,
¡aflojemos con el drama!