martes, mayo 31, 2011

Chica superpoderosa

Abro los ojos con una certeza. He descubierto algo fundamental de mi persona. De todos los superpoderes que existen o que podrían existir (y estamos hablando desde la teletransportación hasta el poder de autolimpieza), yo quiero sí o sí uno. Todos los demás los negociamos, lo conversamos, lo vemos.

El día que repartan superpoderes yo quiero la capacidad de generar una burbuja de silencio que me contenga.

lunes, mayo 30, 2011

Tanta pena

Es desolador que el final sea un beso que no tiene ni las sonrisas ni las ilusiones ni los antojos de todos los anteriores. Un beso cargado de tristeza y de recuentos y de sensaciones opuestas y de momentos que sé que voy a extrañar.

Es sencillamente desgarrador cerrar una charla con un beso de adiós.



Hasta que no queden mas palabras,
hasta que el silencio sea mejor,
hasta que me olvide de esa marca
que quedo en mi corazón.

Voy a imaginarme que no estabas
voy a imaginar adonde estoy
voy a simular que ya no hay nada
que no siento este dolor.

Decir adiós es no volver
es no encontrar una forma de tenerte
para mi,
tal vez sea mejor así.


Puedo ver la lluvia en la ventana,
quiero ver el ángel que no soy
quiero darte un beso a la mañana
y no el beso del adiós.

Y si no resulta con llamarte
y si no hay mensajes para oír
y si vuelvo atrás por un instante
volvería a hacerlo así.


Una vez yo te encontré
y no entiendo bien porque
no importaba que pasaba
solo era la que fue.

Y hoy te vuelvo a recordar
respirando frente al mar,
y aunque el cielo no me escuche
no te quiero olvidar.

Fabián Gallardo
El beso del adiós | La calle de la salvación

viernes, mayo 27, 2011

Instrucción cívica

Vivo en una ciudad que bien merecería ser nombrada capital mundial de los reguladores de velocidad. Te lo digo, hay que ser experto en el trazado para circular cinco cuadras sin pasar por un reductor de algún tipo. Es altamente probable que haya más lomos de burro y semáforos que personas. Lo cual habla de los pocos pobladores que la habitamos y, también, de la desproporción descomunal que procuro graficar.

Vivo en una ciudad que entiende mal las cosas y se rige por malas influencias. Y no me refiero simplemente a que el señor dueño de la fábrica de semáforos sea amigo de alguien con poder de decisión o a que cada vez que alguien hace las cosas mal y circula a velocidad indebida, sigue sin multa pero todos nos ligamos una quebramola. Ni siquiera me refiero a la permanente e imprevista variación en el tráfico de cada calle en función de cada nuevo montículo de material. No es sólo eso. Va mucho más allá.

Vivo en una ciudad en la que en el kiosco no me pueden vender una cerveza a mi (que estoy grande ya) después de las 22 porque está prohibido. Vivo en una ciudad que descubrió que es más fácil multar al kiosquero que educar a sus pibes. Una ciudad en la que los padres se desgañitan pidiéndole a los funcionarios que cierren boliches, clausuren pubes y desalojen plazas y veredas porque ahí sus hijos se emborrachan o se fuman un porro. Vivo en una ciudad en la que los mismos padres se quejan cuando mandan a su gurises al almacén y el señor del mostrador no les vende el vino para el almuerzo por ser menores. Vivo en una ciudad en la que los padres prefieren jugar a preocuparse en vez de ocuparse.

Vivo en una ciudad más, casi como cualquier otra de mayor o menor escala. Una ciudad en la que no importa dónde tiren la basura siempre y cuando la saquen de la vereda. Una ciudad en la que los padres retan a los maestros y los maestros culpan a los padres y los pibes llegan a la universidad sin más recursos que su memoria. Una ciudad en la que ya no hay recitales en la plaza porque todavía existe la marihuana. Una ciudad como tantas otras en las que siempre es más fácil despotricar a los cuatro viento, proponer soluciones de utilería, prohibir los energizantes y esperar que los chicos no salgan nunca nunca de la burbuja para que no se contaminen. Vivo en una ciudad que no aprende, que no se aprende.

Vivo en una ciudad que cree que es más fácil simular una cápsula casi ascéptica que enseñar a pensar, a decidir y a hacerse cargo.

martes, mayo 24, 2011

Y todo resuelto

Café:¡Y listo! Si un día tengo un hijo, cuando llegue a la edad indicada le hago ver ese capítulo de Weeds y me desentiendo del tema. A lo sumo, si le queda alguna duda...

Hermana: Y, no creo, convengamos que es bastante explícito...

Café: Eso sí, dado que estamos hablando de que el pibe ya se masturbaría, ¡espero que sepa leer!

Hermana: ¡Pero por favor! Es lo mínimo esperable.

Café: Bueno, también podría salir bilingüe el gurí.

Hermana: Es cierto... pero para eso lo mejor es buscarle un padre angloparlante.

Café: Listo.
Que el padre sea neozelandés y resolvemos todo.

Hermana: Mientras no te salga rugbier...

Café: ¡Ah no! Es así. El pibe vive acá conmigo, habla con el padre por skype en inglés y, de paso, nos vamos a pasar un par de meses al año allá de vacaciones.

Hermana: No se olviden de la tía.

Es una verdadera macana que los mejores planes tiendan a resultar inconcretables.


(¡Dale, despegate la musiquita ahora!)

lunes, mayo 23, 2011

VulNerabilidad


Hay momentos en los que necesito un abrazo.

No pretendas que te avise cuándo, ¿de qué sirve?.

jueves, mayo 19, 2011

Bajo las escaleras bailando

Cuando siento que el embole me va a noquear, bajo para hacer trámites, paso por la oficina de un compañero a saludarlo por su cumpleaños y me recibe con mates, facturas y jazz. ¿Puede ser mejor?

Claro que sí. Puede que al salir a la calle me despabile el sol adorable de jornada fresca y justo en la puerta de calle me regalen un ramo precioso con cuatro pimpollos rojo intenso y puede que, de repente y sin mayor motivo, me sienta protagonista de comedia romántica de los años 50.

Y puede que piense que da para andar con el ramo en la mano todo el día.

martes, mayo 17, 2011

Es fija

El día que dejo el paraguas, cambia el clima.
El día que olvido los lentes de sol, se despeja el cielo.
El día que el libro queda en casa, me toca viajar en colectivo.
El día que escribo de manera formal a Viviana, me responde Bibiana.
El día que me quedo sin pañuelitos, llega una amiga llorando.
El día que madrugo, saco fría el agua del mate.
El día que olvido dejar la ropa lista, salgo al mundo vestida por mitades.

El mundo tiene sentido del humor un poquito jodido.

lunes, mayo 16, 2011

Abrazadísimos los dos

Hay personas que me ayudan a reconciliarme con la realidad. Hay vínculos que me muestran que hay chances, que se puede crecer a la par de otras personas y seguir más o menos en el mismo rumbo. Hay momentos que son la clara representación de que uno bien puede, tantos años después, seguir eligiendo a las mismas personas. Y no hablo sólo de pareja o de familia o de amigos. Hablo de todo eso y mucho más.

Esta vez la que cumplió años fue ella y hubo fiesta, gran fiesta. No grande por el despliegue o por el número de gente o por la cantidad de copas, grande por la alegría. Y estuvieron sus hijos y sus nietos y sus madres y sus amigos y ella y él. Y cuentan que tuvieron que negociar, y dicen que ella tuvo que ceder y comentan que, al final, él armó casi todo. Y, probablemente no fue sencillo para ninguno, pero igual lo hicieron. De todos modos, ella liberó el terreno y él tomó las responsabilidades.

Y como sea, cuando recién empezaba la noche, llegaron los dos juntos y preciosos a un salón en el que habíamos un montón de personas. Y casi todos estábamos especialmente vestidos para la ocasión, con ropas mucho más festivas y mucho más delicadas y mucho más especiales que las que habitualmente vestimos o elegimos. Era un evento importante, bien lo valía. Y, como sea, a lo largo de la noche, él le cantó fragmentos de una canción que comparten y bailaron juntos la primer pieza de la noche y se abrazaron fuerte y ella apoyó la cabeza en el hombro de él para dejarse llevar.

Y mientras los miraba bailar pensé, otra vez, que esa relación no es perfecta ni ideal, es real, existe, es... a pesar de todo.

lunes, mayo 09, 2011

Medianoche

Una señora vaticina a otras señoras un futuro incierto en este mundo descarrilado. Un tipo traga saliva despacio y le comenta a una muchacha que pasa que linda sos, bebé. Un crío corre entre la gente y la madre le grita desbocada desde el banco en el que está sentada Luciano quedate quieto y dejá de gritar. Un flaco esconde en el bolsillo del jean el encendedor y se arrima a una piba con la excusa preparada pero, por falta de interés o por timidez, ninguno logra llevar la conversación más allá del educado disculpame, tenés fuego, sí, tomá, muchas gracias, no de nada. Una mujer pregunta si ese es el colectivo que va a Tucumán. Alguien compra chicles y una botellita de agua y la piba del kiosco le da cincuenta centavos de más en el vuelto. Ante el no, algo está mal, la piba se sorprende, casi se atemoriza y, al comprender, termina agradeciendo. Una familia pasa entre juegos y risas y atrás hay dos que no pueden dejar de abrazarse y besarse y mirarse como si nada más existiera y más allá hay dos que discuten y más acá hay un pibe que espera, y una muchacha que se arrima con cara curiosa y alguien grita una pizca de información que nadie recibe y pasa un purrete apurando el paso entre la gente y a la derecha, al lado de la columna, hay una nieta recibiendo besos y abrazos de despedida y en la otra esquina un hombre sube solo a un colectivo sin mirar para atrás. En mi cabeza todo pasa con música de fondo. Me pesan los párpados y pienso que en pocos minutos voy a dormir como si el mundo no existiera mientras en algún lugar alguien llega y otro espera y alguien más prende un cigarrillo.

No importa que tan fuerte cerremos los ojos, la vida no duerme.

jueves, mayo 05, 2011

Añoranzas

Los mates en casa de su tía que más de una vez terminaron en guerra de bombuchas con su primito mayor mientra el otro amenazaba con gatear. Los desayunos calmos con aroma a sierras en la cocina, charlando durante horas de la vida con su mamá. Y la preocupación por su hermano menor y las tantas horas y trucos y risas y fernet compartidos con sus amigos. Conversar acaloradamente del mundo con su hermano entre juego y juego con una princesa y una mariposa de sobrinas. Y las vueltas en los autitos chocadores y los copos de azúcar en la costanera y el enchastre en la cocina para decorar, con las niñas, esa torta. Las bromas con los muchachos de la banda y las consultas de adolescente de ese colaborador incansable que pensaba que yo podía responderle absolutamente todo.

Con cada basta se cerró una historia, se acabó una pareja y también se interrumpieron tantos vínculos y códigos mínimos y rutinas improvisadas. No es enojo, no es dolor lo que impulsa esos recuerdos, es un dejo de nostalgia y de curiosidad. Me alejé por pedido expreso o por respeto o porque la vida es así pero ninguna de esas personas desapareció de mi memoria. Normalmente habitan escenas de mi vida pasada pero, de tanto en vez, se cuelan hasta este presente en la cucharita como recurso improvisado para rizar las pestañas o en los pinceles para pintar remeras o en un saludo en la vereda. Así ayer, durante cuadras, tuve profundos deseos de merendar juntos leche con chocolate en la casa de la abuela de quien, a mis 15, fue mi novio.

Resignar los afectos es una de las peores cosas de reconocer que una historia de amor no va más.

miércoles, mayo 04, 2011

Seleccione la opción correcta


a- Soy la más grosa, inigualable, insuperable, enorme, la mejor del mundo todo y planetas limítrofes.

b- Soy la menos inhábil de las alternativas.

c- Alábalo al tonto...

lunes, mayo 02, 2011

¿Dónde están los vampiros?

No pasa por la postergación del desayuno ni completar el formulario ni el pinchazo ni el medio litro de sangre. Ni siquiera es la imposibilidad de hacer ejercicio durante todo el día (que, en mi caso, viene a constituir la excusa ideal). Tampoco viene a cuento el mareo pampa que me provocaron las escaleras. No, no.

El mayor gesto de solidaridad fue zamparme dos vasos de coca cola fría en ayunas.
(Y sin siquiera un poquito de fernet)



Dar es dar,
es solamente una manera de andar.
Dar es dar, lo que recibes
es también libertad.

Fito Paez
Dar es dar | Euforia