jueves, abril 26, 2012

Maquillaje de payaso

Algunas veces respiro profundo, sonrío, busco palabras gentiles, imposto reacciones centradas y amables, empujo con mates expresiones bruscas y calmo con sueño ímpetus bravucones porque soy incapaz de tomar las medidas necesarias.

Debería, simplemente, mandar gente al carajo, patear dos sillas y tomar los mates en calma.

miércoles, abril 25, 2012

La música nos ampare

Me despierto escuchando murga adentro de mi cabeza. Salto de la cama, me preparo para salir al mundo y aparezco a la realidad, viajo, converso, llego, existo a puro cuplé. Y me sienta de maravillas.

Llego y surge, invariable, ella. Entra con sus movimientos rápidos, con su verborragia cotidiana, con sus horas de vigilia de ventaja y con su teléfono cantando un cumbión de esos que se me pegan en el fondo de la cabeza y estoy fregada.

Entre reclamos y amenazas de muerte a su celular, se abre la puerta y entra mi jefe. Entra sonriéndose entero, entra desparramando piropos, como de costumbre, entra para saludar y se va. Cantando Manu Chao, se va. Y la música, una vez más, me rescata el cuerpo y el humor.

No son grandes sólo porque sean buenos.
Son enormes porque no fallan jamás.


lunes, abril 23, 2012

¡Qué fácil es hablar desde afuera!

Motivos para no reconocer como novio al purrete ese con el que se hace ojitos tu gurisa de 14 años y varios meses.

1- Altísimo riesgo de estropear su álbum de la fiesta. Seamos sinceros. ¿Cuántas parejas conocés que duren mucho si empezaron antes de los 15? Bueno, así, eso. Después, cuando mire las fotos con ese badola colgando del vestido se va a querer patear sola, así que jugala de estricta un rato más. A esa altura, ¿qué te cambia? Y puede que si te sale bien la piba no se de cuenta hasta mucho después pero, de todos modos, vale.

2- El cabeza de tuna capaz de ser novio oficial de tu purreta de 15 años va a hacerle un regalo. Uno especial, porque no es cualquier cumpleaños, viste. Y de cabeza de níspero a cabeza de tuna, por llevarle los caprichos, es altamente probable que le caiga con algo genial, un obsequio fantástico-fabuloso como, por ejemplo, un erizo y te va a tocar a vos hacerte cargo, también, del bichito. Lindo, ¿no?

Es así, cosas que pasan. Hacete un poco la mala que, si no te lo agradece ella, seguramente lo vas a pasar mejor vos.

Café, al servicio de la perdurabilidad de los vínculos con hijas adolescentes.

Ah, cierto.
¡Gracias Madre!

viernes, abril 20, 2012

Armisticio

Salgamos a pasear, tomemos mates en algún vallecito serrano, con los pies en el pasto fresco y, de banda sonora, un río entre las piedras y nuestra charla de todos los temas del mundo y un puñado de carcajadas livianas. Vayamos a mirar de frente a esa suerte de realidad paralela en la que podemos abocarnos exclusivamente a ser felices y a sentir que todo lo que somos se llena de sonrisas. Dediquémosnos a disfrutar con cada poro del viento suave, de la energía mansa que nos recorre los huesos, de la maravilla de que la vida nos regale, de tanto en vez, estos ratos fantásticos en los que todo parece estar en el lugar adecuado en el momento preciso. Habitemos completos estos cuerpos nuestros y este espacio prestado y este tiempo efímero.

El mundo, al final, es un buen lugar.


Volver a encontrar
nuestros sabores
las llaves girar
y salir

Historias plagar
de mil colores
desiertos cruzar
y sentir

los hilos del aire
me abrazan
a tus pies

los hilos del aire
me abrazan
a tus pies
mientras vos reís.

La suerte dirá
si en los errores
podemos jugar
o fingir

tal vez olvidé
las objeciones
en otro lugar
ayer

Abre
Los hilos del aire | Once veces otra vez

jueves, abril 19, 2012

No puede ser tan difícil, ¿no?


Si tenés algo lindo para decirme,
hoy es el día.

Cualquier otra cosa que tengas para comentarme,
queda para mañana.

miércoles, abril 18, 2012

Consecuencias de interrumpirme el sueño

En líneas generales, los insectos y yo no nos llevamos bien. Coexistimos en mínima armonía amparados bajo el alero de un criterio guía fundamental. Adentro de casa, muere; afuera de casa, vive. La cercanía con esos seres disminuye considerablemente mi felicidad y eso, por supuesto, no me gusta ni un poquito.

Ahora resulta que hay tremenda invasión de grillos. Y muchos me dicen pero un grillo, un grillito, como el del poema de la infancia, como Juan Poquito. No jodamos. Madre comenta que de niña me gustaba, yo le creo pero, al día de hoy, los grillos y yo no somos amigos y no lo vamos a ser. No sólo porque se comen los pulóveres y las computadoras. No sólo porque dejan apestoso olor a grillo en todos lados. Ni siquiera por su manía de cantar desaforadamente durante las horas en que yo pretendo dormir. No. Es peor.

El grillo no tiene noción de espacio personal. Y si no comprende, ni por asomo, el tema de mi cuerpo - tu cuerpo, no tiene sentido delirar con que registre el límite de adentro y afuera de casa. El grillo te salta al cuerpo, ¿¡me explico!? Sólo los insectos que se alimentan de uno hacen esas cosas. (Bueno, y las moscas pero esas son imbéciles). La cucaracha se aleja, las hormigas huyen, las arañas se hacen las muertas, él no. El grillo se siente tu amigo y quiere serenatearte en el hombro y hacerte cosquillas en las rodillas y no da. En serio. No somos amigos, no me caés bien y ¡no me toques!.

Es menester implementar un programa de alfabetización de grillos.


martes, abril 17, 2012

Se me da 01


Para mantener perfectamente desempañado el parabrisas del auto,
aún en el húmedo otoño santafesino.

(Otro factor que me convierte en una gran acompañante vehicular.)

lunes, abril 16, 2012

Me abandonó la lógica matemática

En el futón hubo almohadas, en la tele, una película, en la mesa ratona, pororó dulce recién preparado y mate amargo. Avances de una gran tarde de invierno.

En la mesa hubo pizza, en los vasos, cerveza, en mis pies, nada, en el brindis, mis hermanos, yo y varias carcajadas. Vestigios de una gran noche de verano.

¿Cómo puede ser que le digamos media estación si es capaz de reunir las dos mejores mitades de las otras?

jueves, abril 12, 2012

Utilidades de la censura

No sé si es porque el cerebro se va arruinando progresivamente, porque siempre estoy dispuesta a encontrar el aspecto lúdico en las cosas o si es efecto colateral de mi perseverante batalla contra la parte más seria de mi persona pero he adquirido un hábito un tanto riesgoso, especialmente en entornos laborales.

Ante una pregunta directa,
antes de pronunciar una respuesta adecuada
tengo el impulso de saltar con la bizarra.

miércoles, abril 11, 2012

Una de perros

No había cine. Había veredas anchas y patios y tardes en el club y plazoletas con hamacas, toboganes y subibajas y, eventualmente, un circo de paso o alguna que otra precaria imitación ambulante de parque de diversiones. Había tapiales y árboles llenos de bolitas para la guerra y salones enormes (descomunales) para patinar y salas de videojuegos y calles con poquito tránsito para andar en bicicleta pero, cuando yo era chica, en esa ciudad no había cine.

De tanto en vez, en el club que estaba muy cerca de casa, procuraban reparar esa falta. Acomodaban sillas en hileras adecuadamente distribuidas, desplegaban una pantalla que se nos antojaba gigante, montaban un rincón de venta de golosinas, lograban la oscuridad necesaria en el interior del salón y proyectaban, a la hora de la siesta de algún domingo, películas para chicos. Y allá íbamos todos, en pequeños malones de purretes, a disfrutar de la novedad.

Llegábamos de a muchos, ansiosos, ruidosos, revoltosos, comprábamos cajas de caramelos sugus confitados y debatíamos, como si nos fuera la vida en eso, si la mejor de las mielcitas era la roja o la verde mientras las íbamos cambiando como si fuesen figuritas. Hasta que aparecía alguna haciéndose la grande y votaba por las amarillas. Ahí éramos mayoría indiscutible. Sin lugar a dudas, el adversario en común reune porque lo único claro era que esas eran una porquería.

Entrábamos a la sala con todo nuestro bochinche, ocupábamos los lugares, los chicos hacían imitaciones de luchitas por una silla, algunas chicas empezaban a mirarlos con espíritu suspirador y ellos se avergonzaban tanto ante los ojitos de las niñas que terminaban por sentarse en cualquier lado, colorados hasta las orejas. Apagaban las luces y todos zapateábamos al unísono hasta que aparecía la primer imagen y todo era silencio y todo era película y todos nos dedicábamos a disfrutar y a chupetear esos sachecitos de plástico hasta que ya no saliera de ellos ni un poco de melaza colorinche.

La última vez que fuimos dieron Todos los perros van al cielo. Es probable que sólo semejante aluvión de lágrimas fuese capaz de desprender tanto pasticho de todas las superficies.

Pero ¿era necesario proyectar semejante drama en un espacio repleto de infantes?

martes, abril 10, 2012

Tercer año básico

Te reís, la dibujás, la sacás adelante de la mejor manera posible o la dejás pasar finito bajo el radar y después, en el baño, le explicás todo lo que se perdió y le implorás de manera contundente que no vuelva a hacer una estupidez semejante.

No importa lo que pase,
jamás dejás a una amiga pagando frente a los varones.


lunes, abril 09, 2012

Algo está sucediendo y tiene que ver conmigo

a- Los astros son disléxicos.

b- Estoy enviando el mensaje equivocado al cosmos.

c- Estoy tomando decisiones reprochables.

Algo hay, eso es seguro.

miércoles, abril 04, 2012

Máxima arbitraria 53



Cuando, en un momento sereno, juntás tus pies planta con planta y un hombre al que querés los abraza a ambos por el empeine con sus manos, entendés físicamente el concepto de hogar.


martes, abril 03, 2012

Tiempo de conversar

Derecho privado: ¡sh! abombado. Mientras lo conserves adentro de tu cabecita, sos absolutamente inimputable.

Short message service: señores fabricantes de teléfonos móviles, hay un par de mensajes que sería útil que agreguen las plantillas de preexistentes.

Almita luminosa: ¡la maravilla de tener y construir hipervínculos compartidos!

Timing: si me dabas dos segundos más de tiempo, nos íbamos a comer pizza todos juntos. Si sólo querías mejorarme el día y que te recuerde, ¡bien ahí!

Anillitos de la amistad: y al borde de la disfonía, acordamos que nos hemos ganado el derecho de decir che, piba, a mi no me la vendás, eh.

Alineación planetaria: cuando no haber conseguido entradas para las 20 nos da el tiempo de tener una charla que logra que, a las 22, la película sea aún más adecuada.

Hipnosis: sólo nos quedamos mudas cuando ambas nos prendamos, fascinadas, de los movimientos del flaco que maneja tres pelotas cromadas como si las tuviese pegadas al cuerpo.

Los muchachos se entretienen: ahora entiendo por qué Divididos cuenta que en el oeste está el agite.

El precio justo: cuando la guachada de perder un colectivo termina siendo gol de media cancha.

Pata sucia: a veces, dejar un par de decisiones a una moneda o al ta-te-ti-to-tu, es una gran elección.

Nostalgia del presente: descubrir, en medio de una carcajada, la cómplice bondad de los cínicos.

Ida y vuelta: sólo me resigno a la despedida porque sé que es casi un hasta mañana.

¡Qué maravilla abrir la puerta de tu casa
y sentirme como si entrara a la mía!