viernes, octubre 26, 2012

Cosa de hombres

Amigo: che, mañana se hace la final esa que quería ver, ¿me acompañás?
Café: seguro, contame.
Amigo: listo, hago la reserva para dos, entonces, ¿o las chicas vienen también?
Café: no sé, dejame que confirme pero ¿tu novia no va?
Amigo: no, tiene un cumpleaños.
Café: ah, ok.
Amigo: ¿por qué te pensás que sos la primera persona a la que llamo?
Café: así son las cosas, eh. ¡Me llamás cuando te dejan solito!
Amigo: no, sos la primera persona a la que llamo cuando sé que no está Novia para romper las pelotas y va a haber pizza, cerveza y fernet... Sólo estaba pensando en lo mucho que vamos a tomar.

¿Te das cuenta?
¡Soy un muchacho!

jueves, octubre 25, 2012

A cantar la mañana

No me había dado cuenta. Quizás porque siempre deambulo tan dormida a esa hora. Quizás porque estoy segura de que el mundo es un lugar injusto sólo porque existen las seistreinta. Quizás porque estuvo tan gris, tan nublado, tan lluvioso todo este último tiempo. Sin embargo, a pesar de mi necedad y sin siquiera prestarle atención, llegó ese momento del año en que ya es de día a las siete de la mañana.

Y dan ganas. De empezar la jornada, de salir a extrañar los anteojos de sol, de desperezarme con el sol tranquilo del día nuevo, de cantar canciones que me llenen de sensaciones de vida, de tomar unos mates, de picotear algo, de olvidarme de las muchas obligaciones durante, al menos, tres respiraciones profundas y sentir que dale, que vale la pena, que así me levanto todos los días a pensar que el mundo puede ser mejor, a creer que la vida es una maravilla y a detestar, profundamente, no poder andar descalza sobre pastito fresco.

¿Vamos a cocinar el nuevo día?

lunes, octubre 22, 2012

Y casi, casi lo escribo en inglés

(por eso del melodrama, ¿viste?)


Soy fácil de conseguir pero difícil de retener.


miércoles, octubre 17, 2012

Impíos

Lo desarmamos, lo desarticulamos, lo destrozamos. Invertimos las formas, cambiamos los significados, mutilamos los alcances. Lo limitamos, lo amurallamos, lo cercenamos. Le quitamos brillo, le apagamos sonoridades, le arrebatamos vocablos. Lo maltratamos, lo desprestigiamos, lo desguazamos. Sin miramientos, sin consideración, sin sensibilidad. Lo apocamos, lo desmerecemos, lo disminuimos. Olvidamos su esplendor, desconocemos su magnitud, desatendemos sus reclamos.

Tenemos un idioma generoso. Tenemos millares de palabras, de matices, de expresiones. Tenemos incontables manera de decir exactamente aquello que queremos. Tenemos tantos conjuntos de letras, tantas licencias sintácticas, tantas opciones semánticas. Tenemos libertades para probar, para decir, para omitir. Tenemos ilimitadas posibilidades de jugar, de crear, de incorporar, de nacionalizar, de combinar, de conjugar, de compilar. Tenemos toda una lengua que crece, que se adapta a nosotros, que se nos entrega completa, desinteresada, irrestricta y así y todo somos capaces de acribillarla hasta el punto mismo de expresar absolutamente nada en mil caracteres por no elegir la palabra que diga.

No alcanza ningún idioma
si no tenemos idea de quiénes somos al momento de contarnos.


martes, octubre 16, 2012

ssshhh

Que yo sea una mutiladita emocional capaz de mantener la compostura como si nada pasara no implica que no duela cuando abrís tu bocota para soltar de cualquier manera lo primero que se te cruza por la cabeza.

lunes, octubre 15, 2012

Puñadito de botones

[Perjudicial para la salud]
Relator: Campagnaro entró por Rojo
Hermana: ¡comunista!
Café: ¡federal!
(Pobre Padre, debe ser que nos quiere mucho porque nos sigue invitando.)

[Pierde el pelo pero no las mañas]
Una: no entendés, yo, en realidad, valgo por dos adolescentes.
Otra: callate, boluda, que te van a querer venir a cobrar doble.
Una: ¡ahá! capaz que puedan.
Otra: ¡cobrame si me alcanzás, puto! Y salía a toda velocidad en la silla de ruedas.
Una: lo bueno es que puedo ir marcha atrás y cuando tengo un poquito de envión les voy haciendo gestos obsenos.
(Gestos obsenos... qué grandes estamos.)

[Brecha generacional]
Cuando otra vez estás explicándole al puñado de purretes a tu cargo qué es cartón del boliche, cómo funciona y que si lo pierden los refundís a patadas...
(y te toca custodiar todos los cartones en la cartera.)

[Cambio de hábito]
Él: no quiero tener una reunión el sábado a la tarde.
Ella: y no la tengas.
Él: tenés razón, podría cambiar rotundamente mi vida, podría ser guardaparque en el sur.
Ella: lo vas a pasar horrible, nene. Odiás el frío.
Él: sí, lo sé. Bueno, podría ser stripper y usar un antifaz como del llanero solitario.
Ella: y entrar en escena montando un caballito de madera.
Él: ¡sos horrible! Irían hasta los tipos a ver el show de stripper más bizarro del mundo.
(Reírse a carcajadas es una excelente forma de compartir.)

[No se puede todo]
Esa: epa, Vigo puede hablar castellano.
Aquella: casi casi que suena aporteñado en el cantito y todo.
Otra: si tan sólo pudiera actuar...
Esa: seh, lo de mortensen no es sólo el apellido.
(¿Por qué insistimos en hacernos esto?)

Increíble lo que logran tres días de sol.

viernes, octubre 12, 2012

Encendé el velador

Me desperté llorando. Cuando chilla el despertador, cuando el día es pura promesa y la luz asegura que el sol está saliendo y el clima es gentil y mi cabeza normalmente canta canciones y yo debería sólo querer bailotear descalza hasta la cocina y desayunar, justo cuando habitualmente refunfuño un poquito contra las obligaciones que me impiden seguir soñando o dedicarme de lleno a disfrutar de un café con leche con tostadas con manteca y dulce casero, me desperté llorando.

Y esa no soy yo, esa no quiero ser yo. Y no quiero responder al impulso de pensar que se me están pegando los hábitos ajenos que no me agradan. Y no estoy dispuesta a permitirme ser una persona que se despierta llorando. Y no pienso, ni por un segundo, sucumbir a la tentación de buscar en todas las cosas tristes u oscuras de mi interior para alimentar la ilusión de poder descubrir por qué un día, un precioso día, el primer día en que puedo ver la salida del sol después de más de una semana se me ocurre despertarme llorando. No voy a alimentar monstruitos internos ni a negar las penas que cargo ni a esquivar mis propios rincones oscuros.

Simplemente voy a salir al mundo, a descubrir que vale la pena seguir amaneciendo, a tomarme los mejores mates de la semana, a sentarme chinito, a respirar profundo y lento, a distender los hombros. Voy a poner música y a cepillarme mucho el pelo y a regalarme mimos mínimos y a elegir qué ponerme esta noche que combine con mis nuevos y adorables zapatos anaranjados. Voy a contarme a mi misma que sigo teniendo la misma asombrosa capacidad de reconstruirme y que todavía puedo, por gloria y gracia de mis carcajadas estridentes, llenar de luz mi oscuridad.

Maldición, va a ser un día hermoso.

jueves, octubre 11, 2012

Más allá de las metáforas


Pocas cosas me resultan tan significativas como un puñado de flores oscurecidas y olvidadas entre bolsas, restos de comida, sobrecitos de te y montañas de yerba usada en un tacho de basura.

martes, octubre 09, 2012

Filtros de búsqueda

Café: bueno, a ver, contame qué es lo que querés y vemos si se puede tramitar, ponele.
Flaco: calma
Café: ¡ah, bueno! Yo pensé que me ibas a decir la rubiecita aquella pero, flaco, ¿vos entendés que estás hablando de engancharte con una mina?
Flaco: sí, ya sé...
Café: qué se yo, ¡hacete monje tibetano! porque enamorarse de una mina y estar en calma no van de la mano.
Flaco: sí, ok, entonces... a ver... quiero que me quiera, que me de buen sexo y que acepte a mis hijos.
Café: aha, bien, ¿dónde está la trampa?
Flaco: ¿qué?
Café: que hay algo grande que estás escondiendo. Lo sé.
Flaco: ¿por qué lo decís?
Café: porque ya aprendí que los que antes generan un '¡oh!, quiere que lo quieran, aaahhh...', son los que más se mienten.
Flaco: bueno, entonces quiero una que todavía no sepa eso.

¡ah, ah, ah!

viernes, octubre 05, 2012

Sumatoria

Me atrae un tipo que no tiene temor al ridículo y se ríe de sí mismo.
Me encanta un flaco que disfruta de la noche.
Me desarma un mocito que necesita tres segundos antes de acusar recibo de un piropo con una línea ingeniosa.
Me desquicia un muchacho que sabe agarrarme de la espalda para bailar.
Me entusiasma un fulano que baila conmigo aunque no nos salga bien.
Me embelesa un señor que puede mirarme a los ojos sin titubear mientras me regala un cumplido.
Me desestructura un pibe capaz de mantener diálogos desopilantes.
Me deslumbra un hombre que se deja sorprender.
Me deshilvana un caballero que sabe besar.
Me fascina un varón al que le gusta jugar.

¡Ay de mí!
con aquel que reuna todas esas características.


jueves, octubre 04, 2012

Blanco sobre negro

Chicos, chicas, temo que estamos desplazando conceptos a lo pavote. Cuando te digo 'soy yo, está todo milimétricamente medido y todos los espacios iguales son iguales' no me estoy jactando de hacer las cosas bien, no estoy dejando sentado que soy mejor que nadie, no estoy desmereciendo el laburo ajeno. Por el contrario, estoy reconociendo mi necesidad de suplir con exactitud matemática la falta absoluta de capacidad creativa, mi obsesión por los detalles, mi incapacidad para dejar pasar una fracción de milímetro, mi vergonzante pero controlado impulso por marcarle a alguien más esa pavada y mi infatigable, incontrolable e implacable habilidad para castigarme a mi misma durante años por una minucia que nadie más notó.

Que tenga la autoestima bien colocada no implica que carezca de autocrítica.

martes, octubre 02, 2012

Y yo que pensé que las había visto todas

Estábamos de pub con una amiga. Estábamos con moños estilo Minnie en la cabeza por un cumpleaños al que caímos casi sin saberlo. Estábamos sentadas, ella en una silla, yo en una banqueta payaseando entre nosotras. Estábamos cerca pero no tanto como para escucharnos libremente. Estábamos inclinadas sobre la mesa para decirnos algo.

Sentí algo extraño al final de mis costillas, miré y lo vi. El flaco, un pibe que no conozco, que sólo había visto pasar por ahí un rato antes y me había hecho alguna morisqueta estaba, de repente, mordiéndome la panza. Sí, sí. Así. Un perfecto extraño apareció de la nada y me mordió la panza.

¿Qué les pasa, chicos?
¡Por favor!
Que poco instinto de supervivencia.