viernes, abril 29, 2011

Pesadillas para Jakobson

Ellas: No queremos que nos resuelvas la vida, necesitamos que te corras del medio.
Él: Pero estaba pensando la posibilidad de comprar una casa.

Esa: Estoy esgunfiada, molesta y angustiada, hablame, por favor.
Ese: ¿Cómo estás?

Una: No puedo hacer esa parte del trabajo, no voy a hacerla.
Otra: ¿Y, cómo quedó eso?

Esta: Esa decisión no me corresponde a mi, no voy a tomar partes.
Aquella: Ok, lo dejo en tus manos.

Una: Dejá que eso lo hago yo.
Otra: Listo, ya lo hice.

Ella: Si no tengo los materiales para el lunes, no tenés el trabajo para el miércoles.
Él: Ok, te llevo todo el miércoles y lo resolvés en el día.

Esa: Sacate la foto con fondo blanco y que no recorten los hombros con el encuadre.
Ese: Acá está, vos sacale el fondo azul y agregale el hombro.

Una: Estoy acostada y no me voy a levantar
Uno: sonido de timbre.

¿Cómo comunicarnos con tanta interferencia?



Ella le pidió que la llevara al fin de mundo,
él puso a su nombre todas las olas del mar.

Joaquín Sabina
Ruido | Nos sobran los motivos / acústico

jueves, abril 28, 2011

Hablemos del vaso medio lleno


Lo mejor, lo bueno de acarrear pilas con miles y miles de papeles (y hablo, literalmente, de miles y miles de papeles) es que después, cuando subo la escalera sin más peso que el de mi cuerpito me siento liviana y etérea cual doncella de ballet.


lunes, abril 25, 2011

Compañía

¿Viste cuando dormís a contramano y terminás de laburar mientras alrededor tuyo preparan ñoquis caseros y llegan amigos para almorzar todos juntos y empieza la charla y aparecen los platos y los vinos y abundan las risas? ¿Viste cuando mandás el último correo electrónico en formato telegrama porque ya no querés pensar más en hilar las frases para que tengan sentido y bajás la pantalla y te regocijás con el clack que indica que la máquina se duerme y vos podés dedicarte, finalmente, a los abrazos y los relatos y las presentaciones? ¿Viste cuando tu casa vuelve a convertirse en punto de encuentro de gente que llega, que pasa, que se queda, que sigue rumbo? ¿Viste cuando los conocidos de siempre llegan de la mano de personas nuevas que te caen de maravilla y todos te llenan el cuerpo de sonrisas? ¿Viste cuando te pasás cuatro días completos con almuerzos a media tarde y cenas trasnochadas? ¿Viste cuando, otra vez, China ataca Kamchatca y Oregon resiste y te tiemblan las manos cuando tirás los dados? ¿Viste cuando te divertís colándote en actividades ajenas y te hacés la asistente en sesión de fotos y te ataca la chiripiorca ante el descubrimiento de la doble exposición? ¿Viste cuando se juntan la familia y los amigos y las personas que querés pueden pasar horas todas mezcladas entre carcajadas y anécdotas? ¿Viste cuando el mate reune y las historias transportan y te vas de viaje por centroamérica con la voz de una mujer llena de imágenes y palabras o paseás un rato en parapente de la mano de un copado que, además, te trae música de regalo? ¿Viste cuando volvés a ser niña en los recuerdos de primas o cuando te asombrás con una amiga que hace panqueques dándolos vuelta en el aire? ¿Viste cuando el ridículo vuelve a ser parte del juego? ¿Viste cuando se te llenan los brazos de orgullo de ver a un amigo disfrutar de lo que hace y hacerlo bien? ¿Viste cuando te quedás dormida por los rincones y reconocés que te vas a perder la noche de pub? ¿Viste cuando unos masajes en los pies te reconfortan y construyen? ¿Viste cuando jugás a ser rosita y hacés como que ayudaste a preparar un mouse de chocolate exquisito? ¿Viste cuando llega el momento del abrazo de despedida y no querés, no vale, no se vayan, se quedan secuestrados?

¿Viste cuando en un fin de semana pasan tantas cosas que cuatro días parecen muy poco?

martes, abril 12, 2011

A cuadritos

Con los años separamos los rumbos mientras yo seguía en paso básico escondidos y chacareras y él completaba la discografía de Madonna pero en ese momento éramos novios. Teníamos cuatro y cinco años, teníamos guardapolvo a cuadrillé y bolsita del día y vasito plegable, comíamos merengadas y dentífrico odolito y aspirinetas y éramos novios.

Así, como se es novios en preescolar. Porque jugábamos todos los recreos, porque nos compartíamos los crayones y nos convidábamos los anillitos con azúcar que vendían en el almacén de la esquina fraccionándolos desde una enorme lata con ventana redonda, porque él me había dejado el lugar de la punta de la mesa y yo le enseñaba el juego de entrelazar los dedos cruzando las manos y lo difícil que era, entonces, responder a la orden de mover el anular derecho.

El que llegaba primero esperaba en el patio a que apareciera el otro, conversábamos de juguetes y golosinas, nos ayudábamos en la difícil labor de atarse los cordones, nos cuidábamos el lugar en la fila para cepillarse los dientes y quedábamos codo contra codo para la siestita en el aula. Él era el primero en llegar cuando me raspaba las rodillas y yo lo protegía a puño cerrado de los peligros del universo y los dos preferíamos el tobogán al subibaja pero nos quedábamos con las hamacas por sobre todas las cosas.

Un día, y te diría que fue un martes pero podría haber sido cualquier otro día, se armó el desparramo en el salón y la señorita mudó a algunos revoltosos de lugar y a mi izquierda, justo frente a él, quedó sentado uno de los peligros del universo. El maravilloso mundo de fantasía que era nuestra mesita petisa de seis tenía, de repente, un amigo menos y algunos mechoneos y pellizcones de más.

Un par de mañanas después el equilibrio terminó de romperse. Ninguno supo nunca por qué pero en ese momento, por alguna extraña razón, decidió jugarme al ganchito. Sentados uno a mi izquierda y el otro a mi derecha se batieron a duelo, enlazaron sus índices derechos, tiraron con todas sus fuerzas y él perdió. Yo era espectadora y árbitro en un juego que conocía y suponía inocuo hasta que él me miró lleno de congoja y sentenció, ahora sos novia de él.

El otro infló el pecho, me relojeó poniendo gesto de nene grande, se paró a mi lado y me tendió la mano. Lo miré, observé su mano, lo volví a mirar y, mientras giraba hacia el otro lado, le dije que no, que no era su novia. Pero sí sos, te gané al ganchito, replicó. Refunfuñé, le aclaré que no funcionaba así la cosa, que una novia no se apostaba, que él no sabía nada de la canción que me calmaba los raspones de rodillas y que estaba ofendida, que a una nena se le preguntaba si quería ser la novia de uno y que yo, ahora, no quería.

Él, que contemplaba la escena desde platea preferencial, me llamó tironeando apenas de la manga de mi guardapolvo, me miró todo colorado y me preguntó si, entonces, quería volver a ser novia suya. Descubrí, en ese momento, que eso de los noviazgos era todo muy complicado y respondí que no, pero que sí quería ser su amiga. Le ofrecí un palito de la selva pegoteado que tenía en el fondo del bolsillo. Le sacó la mayor cantidad de papel que pudo, mordió una mitad, me ofreció la otra y, sin decirnos nada, largamos una carrerita hasta las hamacas.

Si no me sale ser amiga, ¿como podría ser novia?

lunes, abril 11, 2011

No crecemos más

El cono de silencio
el muro de hielo
el puño de Mazinger
el poder de Grayskull

Así resolvemos las cosas Hermana y yo.

lunes, abril 04, 2011

Sin chispa

Mientras busca los cigarrillos que pedí, me mira, me inspecciona y dice te conozco, ¿de dónde te conozco?. Pienso en decirle de acá, de antes de usar anteojos y poner cara de serio, de las varias veces que pasé a comprar lo mismo, de cuando te hacías el galán y me piropeabas. Pero, con un intento mediocre de sonrisa apenas respondo de acá o no sé.

Detesto cuando el mal humor me apaga.

viernes, abril 01, 2011

Superada

Se termina hoy, te tenés que ir, dejá de joder, correte del medio, la cosa es así, volvé a leer, hacete a un costado, no tirés más de la soga, se te pasó el momento de hacer las cosas bien, a esta altura lo importante es que joda, se agotó mi capacidad empática, tengo altísimo el índice de emoción violenta, sí y sólo sí se dan las tres condiciones antedichas, no, entonces no, mañana se cierra, dejemos de hacer estupideces.

No logro comprender cómo es que la gente no entiende.