domingo, abril 05, 2020

Atareada versus empecinada

Mientras salvo de casualidad el almuerzo por tercer día consecutivo, mientras envío un documento de trabajo en pleno domingo rogando que tenga algo que ver con la tarea que me asignaron y agradeciendo infinitamente la paciencia y predispocisión de mis compañeros, mientras esquivo el trompo, las piezas de rompezabezas, los palitos chinos que usaremos para almorzar, el globo verde y las bombuchas y la carpa de camino entre la mesa y la mesada con el claro objetivo de apagar la hornalla y servir la comida, mientras atajo de casualidad Gurrumín que corre descontrolado hacia la heladera en busca de una manzana (porque el plato de arroz con vegetales viene demorado) y agradezco la maravilla de tener un freezer lleno de tarritos con comida que me auxilian, caigo en la siguiente cuenta.

Por mucho que quise, no logré liberarme algunos momentos cuando tenía guardería y familia y oficina y los mil mecanismos de asistencia y contención, cuando me animaba a comprar pan y no me veía obligada a prepararlo casero, cuando alguien me colaboraba limpiando la casa y no debía hacerlo sola todas las benditas noches, cuando las reuniones de trabajo eran encuentros en los que podíamos ponernos de acuerdo con menos ruido, cuando no todo dependía de la misma precaria conexión a internet. Ahora que recuerdo que no pude en contextos más favorables, salta ineludible la pregunta.

¿¿Cómo pude pensar que justo ahora tendría el tiempo para ésto??



2 comentarios:

Veinteava dijo...

Qué lindo tema de Juan Carlos, el amigo Juan Carlos...

Sí, la paradoja en impresionante, cuando creíamos tener tiempo para todo, al final, entendemos que lo cotidiano, aquéllo que no veíamos tan a fondo, es una revolución.

Café (con tostadas) dijo...

Buenas noches!

Veinteava: hermoso tema de Abonizio en voz de JCB, un lujo! Y sí, es increíble cómo cuesta encontrar una nueva rutina de repente! o, cuánto podemos llegar a disfrutarla cuando la encontramos, jajaja

Salú!