Ya nos tocaba entrar en la adolescencia pero todavía nos gustaba demasiado ser chicos. Nos vimos, nos saludamos, entendimos que nos tocaba convivir por unos 20 días y empezamos a jugar. Nos pasamos tres semanas trepando árboles, comiendo uvas chinche y molestando, sin querer, a los demás con un código interno que apareció espontáneamente. Tenía algo que ver con castillos de cartas y pitufos, todavía recuerdo la cara de los otros, tan ajenos a la diversión.
Nos reencontramos el verano siguiente. Poco habíamos sabido el uno del otro en tantos meses pero retomamos naturalmente los chistes y las canciones. Nuestros diálogos siempre estuvieron cargados de música. A lo largo de los años fuimos mechando Fito Páez con Ica Novo, una pizca de Los Redondos, un poco de Serrat, abundante Baglietto y así. Crecimos sin darnos cuenta, buscándonos una vez por año para pasar las vacaciones.
El cielo de tu ciudad siempre nos unió. Nos encantaba tirarnos en el bordecito de la terraza, la espalda contra el cemento (o algo así) todavía tibio de la tarde, a ver aparecer las estrellas o las nubes. En ese ratito, escapados de tu familia, prófugos del mundo, hablábamos de casi todo. Nos contábamos la vida de a 15 minutos. Nos sorprendíamos por algunas cosas que teníamos en común contra toda lógica.
Fuimos, durante mucho tiempo, amigos, hermanos, compañeros, primos cómplices, rivales y aliados un puñado de días por año. Después mutó el entorno, cambiaron los hábitos, se modificaron las rutinas y pasamos un verano sin vernos. Estuvimos casi dos años sin mayor contacto hasta que decidí escribirte. No tenía tu dirección, no eran tiempos de correo electrónico generalizado, no sabía dónde quedaba tu departamento de estudiante. Sin embargo, el caos de sucesos en mi vida me llevó, inexorablemente, a buscar calma en ese cielo, en esas charlas.
Envié la carta a la casa de tus viejos. Veinte días de silencio y una llamada. Alguien viajaba a mi ciudad y te habías colado, estabas llegando pero no habías podido ubicarme antes. Desarticulé mis planes de un plumazo, busqué mi llave y salí a tu encuentro. Otra vez retomamos como si nada. Otra vez hablamos durante horas. Otra vez nos despedimos con naturalidad. Me dejaste música de regalo, algo de Silvio que era tuyo pero querías que tenga yo.
Pasaron los meses entre cartas de ida y vuelta. Nos juntamos, otra vez, un verano en tu ciudad (o la que ahora es tu ciudad, tan próxima a la de la infancia). Recuerdo una noche de lluvia, recuerdo mi mano entre tus rulos, recuerdo tus ojos cansados, recuerdo partes de un diálogo, recuerdo un beso. ¿Será como en la película? preguntaste. ¿Será que las historias que empiezan con lluvia tienen final feliz? No lo dijimos en ese momento pero sabíamos que no, que iba a tener, simplemente, final.
Estuvimos juntos un par de días. El lunes, antes de subirte a un taxi me miraste a los ojos. Tu mirada siempre habló sola, la mía también. Si te hubiese gustado Drexler habrías entendido cuando te dije es lunes, de mañana, te di un beso más y nos fuimos.
Nos reencontramos el verano siguiente. Poco habíamos sabido el uno del otro en tantos meses pero retomamos naturalmente los chistes y las canciones. Nuestros diálogos siempre estuvieron cargados de música. A lo largo de los años fuimos mechando Fito Páez con Ica Novo, una pizca de Los Redondos, un poco de Serrat, abundante Baglietto y así. Crecimos sin darnos cuenta, buscándonos una vez por año para pasar las vacaciones.
El cielo de tu ciudad siempre nos unió. Nos encantaba tirarnos en el bordecito de la terraza, la espalda contra el cemento (o algo así) todavía tibio de la tarde, a ver aparecer las estrellas o las nubes. En ese ratito, escapados de tu familia, prófugos del mundo, hablábamos de casi todo. Nos contábamos la vida de a 15 minutos. Nos sorprendíamos por algunas cosas que teníamos en común contra toda lógica.
Fuimos, durante mucho tiempo, amigos, hermanos, compañeros, primos cómplices, rivales y aliados un puñado de días por año. Después mutó el entorno, cambiaron los hábitos, se modificaron las rutinas y pasamos un verano sin vernos. Estuvimos casi dos años sin mayor contacto hasta que decidí escribirte. No tenía tu dirección, no eran tiempos de correo electrónico generalizado, no sabía dónde quedaba tu departamento de estudiante. Sin embargo, el caos de sucesos en mi vida me llevó, inexorablemente, a buscar calma en ese cielo, en esas charlas.
Envié la carta a la casa de tus viejos. Veinte días de silencio y una llamada. Alguien viajaba a mi ciudad y te habías colado, estabas llegando pero no habías podido ubicarme antes. Desarticulé mis planes de un plumazo, busqué mi llave y salí a tu encuentro. Otra vez retomamos como si nada. Otra vez hablamos durante horas. Otra vez nos despedimos con naturalidad. Me dejaste música de regalo, algo de Silvio que era tuyo pero querías que tenga yo.
Pasaron los meses entre cartas de ida y vuelta. Nos juntamos, otra vez, un verano en tu ciudad (o la que ahora es tu ciudad, tan próxima a la de la infancia). Recuerdo una noche de lluvia, recuerdo mi mano entre tus rulos, recuerdo tus ojos cansados, recuerdo partes de un diálogo, recuerdo un beso. ¿Será como en la película? preguntaste. ¿Será que las historias que empiezan con lluvia tienen final feliz? No lo dijimos en ese momento pero sabíamos que no, que iba a tener, simplemente, final.
Estuvimos juntos un par de días. El lunes, antes de subirte a un taxi me miraste a los ojos. Tu mirada siempre habló sola, la mía también. Si te hubiese gustado Drexler habrías entendido cuando te dije es lunes, de mañana, te di un beso más y nos fuimos.
Tenías razón, no hay recuerdos tristes entre vos y yo.
30 comentarios:
Me encantó como lo contaste.
Hola!
Martín: muchas gracias! las mañanas con lluvia me hacen estas cosas ;)
Besos
Ay! Ayay! Ayayay!
Me dio cosita, pero cosita linda ...
Algunas historias no son vaya a saber una porqué .... y está bien que así sea (?)
Y la lluvia hace esas cosas, sépalo ... es "revolvedora" de interiores ... con ese olorcito taaaaan particular ....
A veces creo q Drexler puede contar la vida entera de una ... no sé, a mi Drexler tb a veces me ahce llorar.
Beso!
(Y cambio REM por Drexler, me diste ganas, che!)
Qué linda historia!!! o mejor diré, qué bien contada... podía oir la lluvia caer...
En mi caso es Fito quien provoca las lagrimas, siempre.
Me encanto!!!!
Qué bueno empezar la mañana con un relato así!
tegno que sumarme a eric, empezar el dia con un relato asi, es más lindo.
Hay gente que tiene la virtud de hacer que se desvanezca el tiempo, que la distancia que separa el ayer y el mañana se vuelva insignificante, mínima. Aunque esa distancia sean meses, a veces años.
Pero hay gente que tiene miradas y palabras que destierran olvidos y ausencias, y parece que siempre hubieran estado ahí, tan cerquita, tan presente en todas partes.
Me hiciste recordar a esa gente.
Vos, tu texto y la lluvia.
Dios mio como contaste todo!
ME lo imagine en cada momento intentnto hacer lo mismo con mi vida lo logré... Y lo extraé y lo extraño.
Pero no hay malo recuerdos entre nosotros tampoco eso es lo bueno de todo....
Besos cafe!
Acá tambien llovió.-...
Ya se que todo final es un comienzo, y una nueva etapa y bla bla bla bla.
Pero a mi los finales, no me gustan (casi siempre), pero también aferrarse no sirve y tampoco me gusta.
ufa.
pd. no se en que parte del mundo estas vos, pero por esta zona, da para que llueve URGENTE.
Larga vida a las historias que empiezan con lluvia.
Y que bueno que entre ustedes dos no queden recuerdos tristes, es una linda historia! :)
Saludos
Y yo acá en Baires sigo esperando la lluvia con un calor que no se soporta.
Yendo al texto, no hay nada mejor que poder recordar sin tener que andar escogiendo momentos, ya que todos son lindos de recordar.
Saludos con capucchino a pesar del calor
Ayyy... me dio cositas en la panza, me puso la piel de pollo, que manera de contar esta historia Café!!
Me encantó, como siempre :)
Es la primera vez que pso por tu blog, y lo que escribiste me hizo suspirar... viste cuando te sentís en otra piel?
En fin... hermoso. Besos.
que historiaaa que lindo... pongo fichas en el negro el 32 y tiro la ruleta. 9 colorado, ya tendras otra historia...otra lluvia y otro reencuentro. el agua es vida y la lluvia paz..aunque inunde. todo esto no tiene sentido pero no puedo mucho mas.. tengo el brzo enyesado y verios calmantes, pero me gusto tanto que tuve que postear
Creo que vivir al menos una vez en la vida momentos o experencias como éstas son las que después de adultos nos obligan a retener un poco la credulidad en este mundo frío e inmenso. Siempre pensamos en si acaba o no pero no es el final sino el haber sido afortunados en medio de tanta gente de ser únicos para alguien a más no ser de a ratitos =)
Me paro y aplaudo con todas mis fuerzas!!
Me fascino tu historia y la forma en que lo contaste, hizo que me cautivara más a leerla.
Preciosa!
Nos vemos.
Besi ... ahora me dan más ansisa leer la proxima publicación.
Quiero desayunarme una asi!! Sabes cómo empiezo el día ... SÚPER!
hola. La historia puede ser una mas. El Relato, IMPRESIONANTE...
SALUDOS
Es tan linda la forma en que contaste la historia, que aunque es triste te obliga a sonreir.
besossssss!
Simplemente hermosa. Me encantan estas historias entre tristes y alegres. pero me resigno a estos finales!
Beso!
Que bonita forma de contar la historia. Realmente tienes el don de que uno se traslade al momento y el lugar.
Saludos !
Hola!
Finalmente se calmó mi día, cosa de locos, che! y con tanto calor...
Daria: hay historias así, la lluvia es así y Drexler es así! Que bueno que te haya tentado ;)
Minerva: gracias! Algunas cosas de Fito me sacan lágrimas, creo que son los recuerdos...
Carrie b.: que suerte!
Eric: gracias, me puse colorada! A mi me gustan sus historias con el café ;)
Angie: chas gracias... debe ser porque acá, la idea, es desayunar rico ;)
Piyamadecalle: "y palabras que destierran olvidos y ausencias", me quedo con esa frase, me la quedo de regalo... gracias!
CRirchu: es diferente cuando no hay malos recuerdos. A mi me llevó más tiempo encontrar la distancia justa...
Carmela: soy de Santa Fe y llovió largo y tendido gran parte del día. Los finales, a mi tampoco me encantan pero parece que voy aprendiendo a convivir con ellos.
Ccccc: ah, la lluvia. Las historias que empiezan con lluvia tienen un sonido especial!
Skalipso: un catálogo sólo de buenos recuerdos es algo que vale la pena atesorar! Rico el capuchino, preparate otro ;)
Je!: gracias! Que lindo eso que me decís, especialmente viniendo de alguien que escribe tan lindo...
Lu: bienvenida! me pone contenta robar suspiros con historias (un piropo precioso el tuyo!).
Mariann: averiada pero no hundida! Que bueno tenerte acá. Me gustó esa apuesta, ojalá encuentre ese premio (y vos también!) ;)
Bluekitty: si que ambos hayamos sentido, por un ratito, que el mundo dejaba de existir vale como ser única para alguien, entonces, soy muy afortunada! Y lo finales? Después se historias como esa pueden venir y todo.
Princesita Hada: gracias, gracias! Con tantos elogios me robaste una sonrisa y me puse colorada!
George: bienvenido! Que lindo eso que decís. Será que todas las historias pueden convertirse en relatos impresionantes?
Blonda: a mi me ha hecho sonreír muchísimo esta historia, que bueno que se contagie. Gracias por el piropo, especialmente viniendo de una experta en relatar historias así!
Luna: ah, los finales son ineludibles. Que sea triste y alegre al mismo tiempo es impagable ;)
Ceci: gracias! Veo que te trasladaste varios años y varios kilómetros (porque esta historia surca lustros de mi vida!)
Gracias por tantos elogios, son demasiado buenos conmigo.
Que placer desayunar así (y durante todo el día)
Saluti a tutti!
Me encanta cómo narrás...
Buen día!
Germán: muchas gracias y bienvenido!
Salú
Me encanta como escribis tus historias... me encanta que recuerdes con tanto cariño, y tan sano
Me encanta como escribis tus historias... me encanta que recuerdes con tanto cariño, y tan sano
Hola!
PauLy: gracias! El cariño siempre estuvo, lo de "tan sano" fue todo un proceso cada vez ;)
Besos
Acá ando, si, leyendo y despertandote... Perdón otra vez.
Anónimo: siempre es un placer que leas... y no pida perdón!
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