Pensá en todas las cosas que condicionan, para bien o para mal, tu vida. Analizá un día cualquiera. Desde que te levantás hasta que te vas a dormir (y las horas de sueño también) hay muchísimos factores que determinan lo que será después. Es más, hay miles de variables que marcan lo que sos ahora. Acontecimientos previos a nosotros mismos nos moldean desde antes de que seamos nosotros mismos.
Si lo miramos desde cada uno, hay un altísimo grado de influencia de elementos propios de nuestro entorno. Miles de cosas. Tus viejos, lo que comiste cuando chico, las cosas que leíste desde la infancia, la maestra de la primaria, el mejor y el peor profesor o profesora de la secundaria. Esa persona que te ayudó a descubrir lo que te gusta hacer y aquello en lo que sos bueno. Sea lo que sea que hagas de tu vida; si tuviste una casa mínimamente digna; comida y un entorno más o menos saludable, hoy sos lo que elegiste ser. Pero eso que elegiste está marcado por las posibilidades que tuviste y por el empuje, en un sentido un otro, de la gente a tu alrededor.
Ahora, si pensamos en el cúmulo de seres que forman una comunidad, la cosa es cada vez más compleja. Tampoco voy a hacer un detalle de los miles de factores que condicionan el rumbo de una sociedad. Lo importante, lo que quiero decir, lo que hoy necesito dejar escrito es ésto:
El nivel de inflación; el estado del transporte de pasajeros; el precio de la comida; los consumos de combustible; lo que se produce; lo que se compra y lo que se vende; las posibilidades de estudiar; las oportunidades de hacer; el tiempo para jugar; las horas que puedas o no dedicarle a tu familia; el estado de la calle que tenés que transitar para llegar a tu trabajo; la tarifa del teléfono; la relación entre costo de vida y salario mínimo; las probabilidades de que viajes; la intranquilidad de tus viejos; el sedentarismo de tus hijos; las condiciones del agua que tomás todos los días; la principal producción en los campos; la inexistencia de rubros industriales en suelo patrio; la necesidad de algunos profesionales de emigrar; la complicación para irte a otras tierras si es lo que preferís; la obligación de laburar miles de horas para tener un ingreso aceptable; la exclusión de muchos; el beneficio de pocos; que vos, que recién sos papá, no tengas licencia en tu trabajo para quedarte unos días conociendo a tu hijo; que las escuelas se caigan a pedazos; que los hospitales nuevos no funcionen porque no tienen personal; que el que menos gana sea, siempre, el que más paga; y el que menos tiene sea el que más pierde; que la palabra tenga cada vez menos valor; que la mentira sea moneda corriente; el temor de que te robe quien tiene menos que vos; la certeza de que alguien que no lo necesita se queda con lo tuyo. Todo eso y mucho más. Pero, sobre todo, la imposibilidad generalizada de imaginarnos otra realidad, pero una diferente de verdad.
Todas las cosas que nos pasan están condicionadas por políticas. Esas que deciden unos pocos. Dicen que son para el bien de todos.También dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Entonces, miralos, pensalo... Yo creo que no me merezco este gobierno nacional. Vos ¿qué pensás? Si no te gusta la política, la estándar, la evidente, la partidaria, está bárbaro. No todos los nombres van a una boleta electoral. Pero eso no importa porque la política no es sólo ganar elecciones (de hecho, en realidad, tiene poco que ver con eso).
Mirá al lado, seguro que hay alguien que necesita algo. Seguro que hay otros que están haciendo cosas. Seguro que podés empezar a moverte. Para mi lo importante es entender un par de cosas:
Todos podemos hacer algo
Entre varios hacemos mucho más
Nadie merece lo que no quiero para mí
Nadie debería tener aquello que otros no pueden ni soñar
Y, además, hacer algo para cambiar mi entorno es una buena excusa para levantarme todos los días.
Ahora si, he dicho... y como ya me saqué estas palabras de la garganta, preparo unos mates y me pongo a laburar otra vez.
Si lo miramos desde cada uno, hay un altísimo grado de influencia de elementos propios de nuestro entorno. Miles de cosas. Tus viejos, lo que comiste cuando chico, las cosas que leíste desde la infancia, la maestra de la primaria, el mejor y el peor profesor o profesora de la secundaria. Esa persona que te ayudó a descubrir lo que te gusta hacer y aquello en lo que sos bueno. Sea lo que sea que hagas de tu vida; si tuviste una casa mínimamente digna; comida y un entorno más o menos saludable, hoy sos lo que elegiste ser. Pero eso que elegiste está marcado por las posibilidades que tuviste y por el empuje, en un sentido un otro, de la gente a tu alrededor.
Ahora, si pensamos en el cúmulo de seres que forman una comunidad, la cosa es cada vez más compleja. Tampoco voy a hacer un detalle de los miles de factores que condicionan el rumbo de una sociedad. Lo importante, lo que quiero decir, lo que hoy necesito dejar escrito es ésto:
Todas esas cosas SON decisiones políticas.
El nivel de inflación; el estado del transporte de pasajeros; el precio de la comida; los consumos de combustible; lo que se produce; lo que se compra y lo que se vende; las posibilidades de estudiar; las oportunidades de hacer; el tiempo para jugar; las horas que puedas o no dedicarle a tu familia; el estado de la calle que tenés que transitar para llegar a tu trabajo; la tarifa del teléfono; la relación entre costo de vida y salario mínimo; las probabilidades de que viajes; la intranquilidad de tus viejos; el sedentarismo de tus hijos; las condiciones del agua que tomás todos los días; la principal producción en los campos; la inexistencia de rubros industriales en suelo patrio; la necesidad de algunos profesionales de emigrar; la complicación para irte a otras tierras si es lo que preferís; la obligación de laburar miles de horas para tener un ingreso aceptable; la exclusión de muchos; el beneficio de pocos; que vos, que recién sos papá, no tengas licencia en tu trabajo para quedarte unos días conociendo a tu hijo; que las escuelas se caigan a pedazos; que los hospitales nuevos no funcionen porque no tienen personal; que el que menos gana sea, siempre, el que más paga; y el que menos tiene sea el que más pierde; que la palabra tenga cada vez menos valor; que la mentira sea moneda corriente; el temor de que te robe quien tiene menos que vos; la certeza de que alguien que no lo necesita se queda con lo tuyo. Todo eso y mucho más. Pero, sobre todo, la imposibilidad generalizada de imaginarnos otra realidad, pero una diferente de verdad.
Todas las cosas que nos pasan están condicionadas por políticas. Esas que deciden unos pocos. Dicen que son para el bien de todos.También dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Entonces, miralos, pensalo... Yo creo que no me merezco este gobierno nacional. Vos ¿qué pensás? Si no te gusta la política, la estándar, la evidente, la partidaria, está bárbaro. No todos los nombres van a una boleta electoral. Pero eso no importa porque la política no es sólo ganar elecciones (de hecho, en realidad, tiene poco que ver con eso).
Mirá al lado, seguro que hay alguien que necesita algo. Seguro que hay otros que están haciendo cosas. Seguro que podés empezar a moverte. Para mi lo importante es entender un par de cosas:
Todos podemos hacer algo
Entre varios hacemos mucho más
Nadie merece lo que no quiero para mí
Nadie debería tener aquello que otros no pueden ni soñar
Y, además, hacer algo para cambiar mi entorno es una buena excusa para levantarme todos los días.
Ahora si, he dicho... y como ya me saqué estas palabras de la garganta, preparo unos mates y me pongo a laburar otra vez.
2 comentarios:
Cuando empiezo a leer un blog suelo leerlo desde el principio para ver a quien estoy leyendo, sino no me cierra. Y en eso estaba cuando encontré este post.
Lástima que no lo haya firmado nadie, porque está buenísimo, tan claro todo.
Ojalá todos se dieran cuenta que haciendo algo, aunque sea chiquito, si todos aportamos podemos cambiar muchas cosas.
Hola!
Rck: yo también empiezo por el principio! Gracias por comentar en este post, a mi me encantó escribirlo... Ojalá todos intentáramos un poquito más.
Saludos
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