Después de una tarde de charla, tereré, pileta y anécdotas. Después de un par de planes para la noche que incluyen amigos, fernet y música (no necesariamente de la buena). Después de, digamos, pasar un buen rato y programar otro tengo un pequeño problema. La parte piruja de mi personalidad y mis años se complotaron para que mi cabeza cante en un loop permanente una canción impresentable.
Entonces, me quedo bailando, con el pelo húmedo, mi pollera de flores y la malla puesta. Si de repente no me ves, buscame en la pileta... y traeme un vaso de cerveza.
Yo sé (y ya lo dije) que el amor que quiero es imperfecto y real. Sé que en la realidad de la vida de todos los días hay cosas mejores y peores, lindas y malas, tristes y alegres y que patatín y que patatán y que el amor es una construcción que tiene que ver con todos esos momentos, con esas realidades de dos personas. Lo sé, lo entiendo, lo prefiero.
Sin embargo, hoy quiero una comedia romántica. Tengo ganas de una serie de desencuentros irrelevantes y casi dolorosos. Quiero un par de diálogos super graciosos. Me gustarían algunos momentos ridículos y vegonzantes. Quiero la tentación de soltar la cabeza y animarme a enamorarme. Pero, por sobre todas las cosas, quiero el beso final. No importa si es soñado, si es de película, si nos da risa o si resulta apasionado. Quiero ese beso postergado a fuerza de situaciones ilógicas.
Algunas veces me levanto delirante. Después se me pasa.
La canción me despertó esta mañana y tengo ganas de escucharla una y otra vez.
Olivia tiene planes que no te va a contar No es hermosa, pero donde va pasan cosas...
Material para que mis amigas inventen bromas no faltó. Tenía que ser así. Eras el primer chico que me gustaba en serio, a mí y no por jugar entre muchachas. Y me encantabas. Me estaba acercando a los quince y una noche de boliche (mi primera noche de boliche) nos pusimos, finalmente, a hablar.
Nos conocíamos porque sí, porque en ese momento nos conocíamos todos. Eras más grande. Eras tan lindo. Caminabas de una manera irresistible para mí. Parecía que tirabas las zapatillas para adelante y dejabas que tus piernas y después el resto de tu cuerpo las siguieran. Te veía ir con la carpeta debajo del brazo y las manos en los bolsillos y la camisa blanca y me quedaba esperando que la esquina no llegara nunca para que no tuvieras que doblar.
Eras mi vecinito de enfrente y tu nombre y el mío eran (de tan comunes) los de los protagonistas de la novela de la noche de ese momento. Estabas en el último año de la secundaria (que, por suerte, era en otra escuela que la mía). De ahí los chistes, muchos, entre mates y charlas con las chicas.
Esa noche bailamos. Todavía recuerdo mis manos entre las tuyas. No me olvido que en ese momento pensé me gusta como lleva. Tenías una forma suave y resuelta de hacerme dar vueltas. Giramos en la pista, nos reímos, tomamos una cerveza, charlamos, cantamos (juntos y contentos) un tema de los redondos que nos gustaba a los dos y la noche terminó.
Nos encontramos otra vez el fin de semana siguiente. Todavía hacía calor y todavía íbamos todos, el viernes, a un club a bailotear descalzos en la arena. Volvimos a bailar, me contaste que me mirabas tomar mates con mis amigas en la vereda desde tu ventana, te conté que me había aprendido tus horarios de verte entrar y salir. Nos reímos, los dos, de lo ridículos que sonábamos. El año empezaba. La noche terminó. Nuestro baile también.
Iban a pasar más de dos años antes de que hablemos otra vez.
Si son incompetentes, inoperantes, inútiles y de una ineptitud abrumadora no es mi responsabilidad. En mi trabajo yo resuelvo los problemas, en el tuyo no voy a ser yo quien solucione las cosas. Ponete a trabajar, carajo. No me digas que no se puede, no me expliques que hubo un error, no me pidas que espere no sé cuantos días hábiles. No. ¿Hiciste las cosas mal? Corregilas y aprendé. ¿Alguien más hizo las cosas mal? Corregilas y enseñale. No sé. Ese problema no es mío. Eso sí, resolvé los inconvenientes que me generan por incapaces y resolvelos ya. Y no me vengas con la puta excusa de hay un error en el sistema, se cayó el sistema o el sistema es así porque sacas la homicida que hay en mí.
Porque tengo tendencia a pensar demasiado, con muchas variables, analizando tanto las consecuencias, considerando las posibilidades y repercusiones de mis elecciones. Porque normalmente no puedo evitar plantear objetivos y trabajar para concretarlos aunque no siempre lo consiga. Porque desde hace un tiempo tengo muy pocos puntos fijos en mi vida. Porque estoy en medio de una especie de equilibrio dinámico que tiene más de dinámico que de equilibrio.
No puedo dejar de barajar muchas opciones aún cuando no estoy en lugar para tomar las decisiones que conllevan.
Como hoy mi nivel de tolerancia está bajo vamos a dejar algo en claro. El mate debe ser de mate (calabaza) propiamente dicho o de madera (preferentemente algarrobo). La infusión se compone de yerbamate y agua a temperatura justa, punto, sanseacabó, eso es todo. Entonces, si siempre le ponés azúcar, yuyos, café, pedacitos de frutas o lo que sea vos sos del grupo de los no tomadores de mates.
En el mundo existen dos tipos de personas, quienes toman mates y quienes no. La vida me enseñó a desconfiar del segundo grupo.
Mi vestido Mi vestido de colores Mi vestido de colores y yo Mi vestido de colores y yo flotando Mi vestido de colores y yo flotando tranquilos Mi vestido de colores y yo flotando tranquilos en el mar
La única excusa para entrar vestida al mar es desnudarme después.
el agua da rodeos y al fin termina siempre por abrirse paso vendrás, tarde o temprano hasta mí, yo sé, yo soy tu mar y tu vas río abajo
Hay películas repletas de frases remarcables. La trilogía de Matrix es un buen ejemplo. Expresiones que, aún fuera del contexto de la trama, aplican a muchas circunstancias de la vida. En mi memoria, que archiva nimiedades de las más increíbles, hay muchos de esos parlamentos guardados. Entre ellos uno de una comedia abolutamente intrascendente y olvidable a mi criterio y otro de una de mis películas preferidas. Los dos tienen que ver con la memoria, con los recuerdos. También tengo en los oídos una canción de otra película. También habla de recordar.Todavía no sé por qué motivo pero desde que abrí los ojos resuenan todas estas palabras en mi cabeza.
I'm impossible to forget, but hard to remember Soy imposible de olvidar, pero difícil de recordar Claire | Elizabethtown
Memory is a wonderful thing if you don't have to deal with the past La memoria es algo maravilloso si no tenés que lidiar con el pasado Celine | Before Sunset
Y no tengo ganas de lidiar con mis recuerdos hoy.
Time, sometimes the time just slips away And you´re left with yesterday Left with the memories I, I´ll always think of you and smile And be happy for the time I had you with me Though we go our seperate ways I wont forget so don´t forget The memories we made
Please remember, please remember I was there for you and you were there for me Please remember our time together The time was yours and mine And we were wild and free Please remember, please remember me
Goodbye, there´s just no sadder word to say And it´s sad to walk away With just the memories Who´s to know what might have been We leave behind a life and time we'll never know again
Please remember, please remember I was there for you and you were there for me And remember, please remember me
Please remember, please remember I was there for you and you were there for me Please remember our time together The time was yours and mine And we were wild and free Then remember, please remember me
And how we laughed and how we smiled And how this world was yours and mine And how no dream was out of reach I stood by you, you stood by me We took each day and made it shine We wrote our names across the sky We ride so fast we ride so free I had you and you had me Please remember, please remember
Quiero sentarme chinito en el sillón y poner una película absolutamente romántica e intrascendente y atiborrarme de golosinas. Quiero mates amargos o café y una pila de cosas dulces como las que comía cuando chica. Quiero mielcitas y bocaditos holanda y chicles jirafa y turrones de maní y caramelos sugus (masticables y confitados) y chocomaní y gomitas y alfajores bonobon y fantoches triples negros y pastillitas yapa y caramelos fish y caramelos de los de tirita de colores y masitas lezama y pastillitas trineo.
Porque es domingo y llueve y está fresco y no tengo ganas de pensar en kilómetros ni en obligaciones ni en distancias ni en nada. Hoy quiero jugar a ser chiquita.
Y cambio todas las golosinas por unos panes con manteca y azúcar preparados por mi abuela.
Aprendí que soy así, esta que soy. Aprendí a aceptarme, a quererme, a pelearme, a retarme y a amigarme otra vez. Sin embargo, no es novedad que mi cabeza más de una vez se dispara y se queda soñando qué pasaría si pudiera ser otras mujeres. De las muchas especies de féminas que pueblan el mundo, hoy (y casi siempre) me gustaría ser una varonera.
Y es que las mujeres que verdaderamente vale la pena conocer han sido, antes que mujeres o madres, antes que tirabombas o putas, antes que todo, orgullosas varoneras que se quedaban con nosotros hablando y bebiendo y riendo hasta que despuntaba el sol. Y lograban, ellas solas, que nos sintieramos iguales, pero no iguales del verbo género, sino iguales y punto. Hermanos.
Cuando te mira a los ojos, te toma las manos y te dice te amo y a vos no se te llenan ni los brazos de cosquillas ni los pulmones de aire llegó el momento de aclararlo antes de herir.
¿Charlamos? Charlemos. ¿Bailás? Dale, bailemos. Bailás bien. No tanto, parece que juntos bailamos bien. ¡Escuchá esa canción! Bobezna. Pavo, no me pelees. No te peleo. Sí, me peleas. Bueno, pero sólo un poco. Llamame. Hablame. Contame. ¿Qué te pasa? Te extraño. Somos dos. Vení, abrazame. Nos mimamos, nos tocamos, nos besamos, nos dormimos, nos despertamos, nos abrazamos fuerte. Necesito un chapuzón. Dale, vamos a la pileta. Estás linda. Sos hermoso. Mirá cómo nos miran. No pueden sacarnos los ojos de encima. Es porque bailamos bien. ¿Cuándo nos vemos? No sé, ¿cuándo? Ahora. Vení. Podría ser. Te pienso, mucho. No puedo despegarme de vos. Es de a dos. Casi. ¡No, cosquillas no! Es que me gusta cuando te reís así. Haceme reir así pero sin cosquillas. Enseñame. No puedo. Mostrame, acompañame, acariciame. Quedate así. Quiero. Quiero mimos en la cara. Acá los tengo, vení a buscarlos. ¿Y si voy? Vení. Tengo ganas de acariciarte la espalda. ¿Querés? Siempre. ¿Estás bien? Estoy. No te preocupes, nunca me enamoro de quién no puedo. Cambiá el tiempo de verbo. Ok, nunca me enamoré de quién no podía. Hasta mañana precioso. Hasta mañana bailarina.
Could you be the one to make me fall? I am always running – will you follow? Catch me if you dare Tame me and I’ll never go
And all I ask is that you love me And all I dream is that you love me
Doy vueltas. Estoy soñando, estoy soñando. Duele. Cada vez más. Duele. Me levanto, puteo desde adentro de mi cabeza. Camino, puteo cada vez más fuerte entre mis neuronas. Pateo la mesita ratona en la oscuridad. Nada ahoga el dolor inicial. Busco un vaso, pongo agua, trago una pastilla. Vuelvo a la cama. Me enrosco en una frazada. Hace calor. Tengo cada vez más frío. Me lleva un rato dormir otra vez. Un rato largo. Seis de la mañana.
Suena el despertador. No hay canción feliz que me convenza. Casi nada me convence hoy, excepto dormir y el despertador lo impide. No me quiero mover, no me quiero mover. Aprieto el botón, se calla, me adormezco. Suena el despertador. No quiero despertarme. Me duele. Menos pero duele. Abro los ojos. Las piernas me pesan, los brazos me pesan, la cabeza me pesa. Puteo. Fuerte por adentro, despacio para afuera. La garganta todavía no me responde. Nueve de la mañana
Camino como ente. Busco un vestido cómodo. Nada es cómodo hoy. Busco zapatos. Agarro la cartera. Salgo a la calle. Hoy no tengo ganas de desayunar. No quiero café ni tostadas ni manteca ni dulce ni nada. Camino media cuadra. Las piernas me pesan, los brazos me pesan, la cabeza me pesa. Sigo caminando. Intento cantar. Nada. Me muevo con malhumor, tengo expresión de malhumor, tengo pelo de malhumor. Una vecina me mira. Saludo. Intento ser cordial, suena con malhumor.
Entro. Amiga-socia me mira. Se ríe. Esperaba que venga con malhumor. Me saluda. Se ríe. Me da un mate. Se ríe. Saca unas galletas que sólo me gustan hoy. Se ríe. Pone play. Nos reímos las dos.
Nada como las amigas y la mala música para frenar el avance del malhumor.
Vuelvo de una hora y media de charla. Vuelvo de una cerveza tomada sola (seguís prefiriendo la coca cola). Vuelvo de no encontrar todas las palabras para disculpar los tantos errores que cometí con vos. Ya sé que las historias de a dos son, precisamente, de a dos. Ya sé que los aciertos y los desaciertos son compartidos pero no puedo evitar esta necesidad de pedirte disculpas por mis fallas que no fueron pocas y son, además, de las que marcan demasiado.
Tal como te dije en el bar, hace un ratito, ojalá tengas la lucidez suficiente para comprender que esas equivocaciones son mías, que va a haber en tu vida personas más íntegras, más enteras, menos capaces de hacerte daño. Es una pena que te haya tocado cruzarte conmigo en ese momento porque puedo ser buena bailarina y te quise (no te das una idea de cuánto te quise) y adoré dormirme con vos cada una de las noches que compartimos y levantarme a la mañana siguiente y verte dormir, tan calmo, tan hermoso. Hoy me gustaría ser capaz de quererte como hace más de un año o mejor pero quererte, apostar a nosotros, intentar constuirnos juntos.
Te vi tan lleno de proyectos, tan repleto de ganas, tan cargado de emociones, tan en sintonía con las cosas que te pasan que me dio pena, también, haberte encontrado en ese momento tuyo. Ahora, por ejemplo, que sos capaz de quererme y de extrañarme y de considerarme parte importante de tu vida. Ahora que tenés ganas de que yo conozca tu casa, tu departamento, tu sala de ensayos. Algunos le dicen timing. Hoy prefiero pensar que no somos para ser. Que, por mucho que nos haya gustado la idea, cuando yo estuve dispuesta a jugarlo todo en una partida vos no estabas listo y que yo, hoy, no encuentro la forma de rearmar este rompezabezas desordenado que soy.
Debería poner Chasing cars de Snow Patrol o Puente de Ceratti o Everybody hurts de REM pero justo ahora duelen demasiado. Entonces, en una especie de brindis por el principio de nuestros tiempos, elijo a Cuentos Borgeanos.
No puede no haber música entre nosotros dos, aunque no hayamos coincidido para bailar.
Bluekitty dijo que ésta es una historia para escuchar por una voz. Me dieron ganas de contarla así. Si tenés ganas de escucharla está al final.
Nos reunió en esa vereda el capricho de una amiga a la que, hace diez años, era imposible negársele. Nosotras éramos tres, vos estabas con un amigo. Los cinco en una ciudad que no era la nuestra, los cinco pasando las horas de una noche de miércoles en unas vacaciones cualquiera fuera de temporada.
Ese mes dos de nosotras habíamos hecho tres clases de tango. Esa noche, en ese bar cordobés, eran horas de arrabal. Lo vimos de casualidad, esperando un colectivo. Dijimos, las tres, tomamos el próximo, cruzamos de calle y ella y yo nos pusimos a bailar jugando en la vereda.
Por una suma de hechos graciosos para nosotras, insignificantes para cualquier otra persona a la que se le relate, terminamos compartiendo con ustedes una cerveza regalada. Empezamos a charlar en grupo. De a poco nuestra charla (tuya y mía) se fue separando de la general. Nunca antes había encontrado tantos gustos compartidos con un desconocido. Creo que no me pasó después, tampoco.
Tenías un nombre hermoso y particular. Tenías dos años más que yo. Tenías lindísimos ojos y contagiabas la risa y usabas jeans, una chomba verde claro y zapatillas de lona. Tenías, al lado tuyo, tu guitarra. No te animaste a tocar nada. Cantamos a dúo un par de fragmentos de canciones hermosas, despacito, entre nosotros. Te pregunté cómo se llamaba un tema, entoné dos versos. El necio, dijiste. Nos quedamos un momento en silencio. Después nos acompañaron a tomar el colectivo. Nosotras nos fuimos, ustedes también.
Una noche, 4 años después, en un boliche de otra ciudad que no era la de ninguno, la vida nos volvió a cruzar. Tus amigos, otros, mis amigas, otras. Ellos bailaban con ellas. Vos y yo volvimos a la pista desde diferentes barras. Por inercia nos pusimos a charlar. Algo en vos era familiar y pregunté tu nombre. No pude contener la risa. Me preguntaste. Te conté que nos habíamos encontrado antes. Me miraste. Entonces sos vos, sonreíste.
La noche siguiente hubo fogón y guitarra y canciones y los chicos y las chicas y vos y yo. Pasamos horas a orillas del río que adoro. Ya de madrugada caminamos juntos hasta un kiosco. En un momento nos quedamos frente a frente. Estábamos despeinados por el viento, adormecidos por la vigilia y contentos por las horas compartidas. Me agarraste la mano. Nos dimos un solo beso leve, casi infantil. Volvimos al grupo, cantamos una vez más la primera canción que habíamos compartido. Y nos fuimos, cada uno a su ciudad natal.
Así, sin más, pasaste a formar parte de las historias hermosas de mi vida.
Porque soy juiciosa y cuidadosa conmigo misma. Porque procuro no exponerme a situaciones que me resulte tan complicado manejar. Porque hay sensaciones que me superan y lo sé. Porque tengo algunas reglas y no me las plantee para quebrarlas. Porque no soy buena conmigo para hacerle frente a la angustia.
Si las últimas 3 horas son el precio de todas las anteriores parece mentira que esté dispuesta a pagarlo otra vez.
Cuando estás en los inicios de una historia y, de repente, te bancás un reto de él sin encabronarte la relación está pasando a otro plano (al menos para vos).
Vale jugar, vale soñar, vale imaginar, vale suponer. Por eso juego a que me gustaría ser otra, sueño que podría ser diferente, imagino que esa versión de mí estaría en otros contextos y supongo que podría parecerme a lo que otros juegan, sueñan o imaginan cuando piensan en esa mujer. Entonces, hoy y a veces, me gustaría existir, que creas en mí, ser y que te baste.
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
Ángel González | Me basta así
Acá, con Pedro Guerra en La palabra en el aire. Escuchalos.
Si yo fuese Dios y tuviese el secreto, haría un ser exacto a ti; lo probaría (a la manera de los panaderos cuando prueban el pan, es decir: con la boca), y si ese sabor fuese igual al tuyo, o sea tu mismo olor, y tu manera de sonreír, y de guardar silencio, y de estrechar mi mano estrictamente, y de besarnos sin hacernos daño —de esto sí estoy seguro: pongo tanta atención cuando te beso—; entonces,
si yo fuese Dios, podría repetirte y repetirte, siempre la misma y siempre diferente, sin cansarme jamás del juego idéntico, sin desdeñar tampoco la que fuiste por la que ibas a ser dentro de nada; ya no sé si me explico, pero quiero aclarar que si yo fuese Dios, haría lo posible por ser Ángel González para quererte tal como te quiero, para aguardar con calma a que te crees tú misma cada día a que sorprendas todas las mañanas la luz recién nacida con tu propia luz, y corras la cortina impalpable que separa el sueño de la vida, resucitándome con tu palabra, Lázaro alegre, yo, mojado todavía de sombras y pereza, sorprendido y absorto en la contemplación de todo aquello que, en unión de mí mismo, recuperas y salvas, mueves, dejas abandonado cuando —luego— callas... (Escucho tu silencio. Oigo constelaciones: existes. Creo en ti. Eres. Me basta)
Estar parada sola cara a cara con el paisaje. Respirar el aire extraño de otra zona, descubrir los aromas especiales del agua que se acerca. Dejar que el sonido de otra tierra me invada, me desoriente. Sentir en la piel el aire especial de otras latitudes. Relajar la espalda, levantar la vista y descubrirme ínfima.
Nadie conoce la majestuosidad si no vio oscuras nubes de tormenta asomar detrás de montañas ensombrecidas.
En mi computadora hay 66 listas de reproducción armadas. Las más breves tienen 6 canciones, las más extensas varias horas de música. Según parece las fui creando desde el 28 de abril de 2005 hasta el 3 de enero de 2009. Cada una está pensada para un momento, para una compañía, para una acción específica. Así van variando los nombres. Folclore | trova | trova larga | jueves | boba | niñas | rock | laaargaaa | cargadita | con onda | reparadora | divertida | mañana de sábado | 15 de julio | cabarei | mezclate mal! | esta está buena | breve | tonti
Llevo todo el día escuchando lo mismo. Son 10 canciones. El nombre es Cry.
No es sólo pena, son lágrimas.
How I wish I could surrender my soul; Shed the clothes that become my skin; See the liar that burns within my needing. How I wish I'd chosen darkness from cold. How I wish I had screamed out loud, Instead I've found no meaning.
I guess it's time I run far, far away; find comfort in pain, All pleasure's the same: it just keeps me from trouble. Hides my true shape, like Dorian Gray. I've heard what they say, but I'm not here for trouble. It's more than just words: it's just tears and rain.
How I wish I could walk through the doors of my mind; Hold memory close at hand, Help me understand the years. How I wish I could choose between Heaven and Hell. How I wish I would save my soul. I'm so cold from fear.
Más de 24 horas de viaje de ida y otras tantas peregrinando para regresar parecen un abuso. Días de guitarreadas y charlas y discusiones acalorantes y vasos de fernet de mano en mano y canciones cantadas hasta el borde de la disfonía y un paisaje increíble y el tiempo fresco y el sol atemperando la piel y caminatas largas y bailes hasta que se cansan las piernas y un rato más y risas a carcajadas que agotan el cuerpo y mejoran el alma parecen razones más que válidas.
Volver a casa, tirarme en el agua con sales un rato largo, dejar que el cuerpo se reponga de a poquito, una ducha resucitadora, reencontrarme con las cosas de cada rincón, preparar algo rico para comer, tirarme en mi cama, entre mis almohadas, prender el televisor y mirar una hora de alguna película berreta sólo para sacarme el antojo, picotear maní con chocolate desde el paquete, adormecerme apenas, levantarme, prender la pc y volver a los lugares que solía visitar, ir de mis viejos y reencontrarme con Amanda.
Me fui y volví. Encontré pocas respuestas, se me apiñaron tantas preguntas. Mi vida está así, llena de interrogantes y con pocas soluciones. Mi vida es un misterio absolutamente tentador...
Pero esta noche, hermana duda, Hermana duda, dame una tregua.
Jorge Drexler Hermana duda | 12 segundos de oscuridad
Cuando un hombre que te encanta te toma por la cintura y te besa profunda y lentamente, todo tu cuerpo se pega al suyo y toda tu piel va a recordar ese beso durante horas.
¿Con quién me enojo cuando sólo yo soy responsable y no quiero estar molesta conmigo? ¿Porqué me duelen cosas que ni deberían molestarme? ¿Qué hago cuando el espejo se cansa de mis retos y mis reproches merecidos a mi misma? ¿Dónde queda la pena cuando nadie la escucha? ¿Dónde caen las lágrimas cuando nadie las ve? ¿Cómo puede molestarme el silencio cuando no quiero hablar? ¿Cómo puedo, de repente, tener antojo de reclamar una atención que no me pertenece? ¿Por qué me ofusca mi cabeza gritando verdades? ¿A quién le chillan mis neuronas si yo no quiero escuchar? ¿Donde guardo los reclamos que no puedo hacer? ¿Cómo invento realidades que no puedo construir? ¿Es posible escaparse de uno mismo por un rato? ¿Sirve de algo? ¿Dónde duelen la penas?
If love is the answer you seek You're asking the kind of questions. The wrong kind of questions will keep You asking me, asking me for love And all the stars and satellites give you nothing. 'Cause all the satellites died.
Porque cuando dejo de amar a una persona ya no puedo volver a ese sentimiento. Porque puedo convivir con algunas cosas mientras no las vea con claridad pero una vez que las detecto ya no puedo mirar para otro lado. Porque no funcionó o dejó de hacerlo por algo que no va a cambiar.
No creo en las segundas partes de las historias de amor.
Cuando sentís el impulso de correrle suavemente el pelo de la frente, acariciarle la mejilla y darle un beso suave, leve, en los labios, contener las manos causa un dolor punzante a la altura del esternón.
Ella: es una pena, a esta altura es imposible creerte.
Apoyó una mano en su pecho, apenas rozó sus labios con los de ella, dio media vuelta y empezó a caminar.
I am a dreamer but when I wake, You can't break my spirit - it's my dreams you take. And as you move on, remember me, Remember us and all we used to be
Y lloro y me río y salgo a la calle y hago las compras y preparo el desayuno y el almuerzo y la cena y tomo mates y paseo y juego y me tiro a la pileta y me zambullo en el agua para apagar todo lo que hay alrededor y juego con los gatos y corro con los perros y vuelvo a casa y me siento a la computadora y escribo y leo y elijo un libro de la repisa y viajo y vuelvo y leo otra vez y hablo por teléfono y me enojo y resuelvo cosas y planeo viajes y trabajo y sueño y charlo y me reuno con amigas y salgo y tomo fernet y bailo y armo el bolso y cambio de cartera y me río otra vez y apoyo la cabeza en la almohada y me quedo mirando el techo y así pasan los días y las noches y las gentes y las cosas y el mundo que gira y yo tengo, cada vez, más ganas de vos.
'Cause you are something, And we are nothing, But love is good.
Dicen que hay cosas de las que no se puede volver. Hay momentos coyunturales, decisiones específicas, acciones puntuales que condicionan los sucesos posteriores, que marcan un punto de inflexión. El pico de la montaña, el fondo del pozo. Antes teníamos un rumbo, después, indefectiblemente, tomaremos otro.
Sin embargo y a pesar de eso, no quiero profundizar en las cosas de las que no se puede volver. Quiero hablarte de las cosas a las que no regreso. Porque no puedo, porque no quiero, porque no sé cómo o, simplemente, porque son pasado. La vida está llena de momentos a los que no retornaré jamás.
Los años, las personas, los lugares, los sabores, los olores, los recuerdos, los kilómetros recorridos, las palabras dichas, las oídas, las calladas, las no escuchadas, las canciones, las lluvias, cada hoja de cada árbol. Todos esos detalles, y mucho más, me separan de mi misma. De la que creía en otras cosas, soñaba diferente, escuchaba con otro énfasis, leía con otro acento, anhelaba, esperaba, deseaba y ahuyentaba otras cosas.
Todavía recuerdo momentos pasados pero ya no añoro volver a ese instante ni creo, ilusa, que se repetirá igual en el futuro. No será así de gratificante ni será así de triste. No tendrá el mismo sabor, ni provocará la misma risa. Ya no brotarán lágrimas iguales.
Hay, en oposición, innumerable cantidad de momentos, sensaciones, espacios, imágenes, emociones, impactos y situaciones que desconozco y que, por suerte o no, me tocará enfrentar, disfrutar, sobrevivir o, sencillamente, pasar. Lo más probable es que no sea la que soy cuando salga de ellas pero esa es otra vuelta a la misma rueda que sigue girando y girando y girando...
You live you learn You love you learn You cry you learn You lose you learn You bleed you learn You scream you learn
You grieve you learn You choke you learn You laugh you learn You choose you learn You pray you learn You ask you learn You live you learn
Bailar es un modo de andar, ya dije eso. Entonces, bailo. Camino por la calle escuchando música o cantando y bailo. Cocino, me baño, paseo, trabajo, amo, detesto, extraño, juego, disfruto, me enojo, lloro, me río bailando. Y vuelvo a bailar más tarde, sola, ridículamente, sacándome del cuerpo las cosas que me duelen, buscando una forma de que me pesen menos, juntando las ganas de seguir.
Sucede que, además de bailar, mi cabeza se pasa las horas de música imaginando coreografías multitudinarias. Grandes puestas en escena, con lujos de detalles, con luces y trajes y gente que baila y telas de colores y orquesta al costado y director vestido de gala. Entonces tuve que dejar de cargar en mi reproductor de mp3 todas las canciones de Queen. Una cosa es bailar por la calle y otra es el espectáculo de verme caminando cuando mis oídos se llenan de esta música.
Cuando un hombre te toma de la cara y te besa dulcemente, acariciando tus labios y degustando tu boca logra que, durante ese beso, no exista nada más en el mundo que esa boca y la tuya.
Caminar juntos y hablar disparates y reírnos a dúo y cantar hasta con las pestañas y bailar un poco y picotear cosas ricas y dormir una siesta y comernos a besos y descubrirnos la piel en las manos del otro y mirarnos a los ojos un rato largo y abrazarnos felices y murmurarnos frases dulces y ridículas y derretirnos un poco el uno del otro y cocinar juntos debatiendo del mundo y del futuro y del pasado y acalorarnos con las ideas y desarmarnos en argumentos y besarnos otra vez y poner música y bailar de la mano y volver a reírnos a carcajadas y terminar despatarrados en el piso haciéndonos cosquillas y que dejes tu cabeza en mi panza dolorida de tanta risa y contarnos anhelos y brindar una vez más por cosas disparatadas y respetar las mil reglas del brindis jugando a ser aplicados y acostarnos juntos y hablarnos hasta quedar dormidos jugando a adivinar qué viene después.