Hay un momento puntual en que se hace de día. No es sólo una cuestión de luz natural, no depende únicamente del sol. Hay un momento en que la gente aparece con aspecto diurno, el aroma a café invade las narices, los diarios matutinos llenan los puestos de revistas, los teléfonos se activan otra vez, la rutina del día se reinicia como un ciclo infinito. Hay un instante, entre las 5 y las 6 en que la ciudad despierta otra vez al día.
Si esperás un rato más y el cielo está apenas nublado y hay una brisa leve que atenúa un poco el calor sofocante y llenás tus oídos de buena música y pintás una sonrisa relajada en tu cara matutina y salís a caminar encontrás, de repente, cientos de detalles. Un edificio que finalmente terminaron, una vereda que ya se está deteriorando, poquitas personas empezando la jornada, sólo un puñado de autos en la suma de esquinas, el olor a diario recién impreso en algunos rincones y esa mezcla extraña de comercios abiertos y cerrados que demuestra que, de a poco, todo vuelve a funcionar.
Hay algo de reconciliación con la ciudad en esa caminata y no está mal que sea un lunes y que (muy de vez en cuando) sea temprano.
(¿no es muy simpática esta canción que dice 'brincotear'?)
No sé exactamente por qué es. Quizás por los detalles, quizás por las muchas horas de charlas al respecto, quizás por la carrada de novelas en la adolescencia, quizás porque todos somos mucho más previsibles de lo que nos gustaría. Lo cierto es que desde hace mucho, con una simple charla con el muchacho en cuestión puedo avisar qué es lo que va a hacer la muchacha en cuestión a continuación.
Un novio mío me contaba las novelas de sus amigos y yo les iba advirtiendo, en diferido, cuidado con tal cosa, va a pasar tal otra, sospecho que viene por ese lado y, sí, acerté una y otra vez. Con mis amigos y mis compañeros de trabajo pasa lo mismo. Parece ser que es natural consultarme este tipo de cosas. Lo que me asombra es que todavía no me crean. Chicos, las mujeres somos enroscadas pero hay patrones que se repiten mucho (tanto). Lo dijo Hermana hace tiempo, se los cuento yo ahora.
Los hombres deberían mirar, al menos, dos novelas estilo Migré en su vida.
Me ofusca la gente que no tiene criterio ni sistema ni sigue una lógica para hacer las cosas.
No tanto en la propia vida, que ahí cada uno hace lo que quiere de lo que puede. Me trastorna cuando tengo que trabajar con esas personas, cuando pretenden que yo resuelva las cosas, cuando reniego con estupideces porque no pueden hacer las cosas bien desde el principio. No puede ser tan complicado, en serio.
Si ponés apellido, nombre poné siempre apellido, nombre. Si usás mayúscula para destacar algo (sabelo, tenés mal gusto) usá siempre mayúscula. Si enumerás con el 0 adelante desde el 1 al 9, hacelo desde el 1 hasta el 9, ¡carajo! ¿Viste todas esas estupideces a las que vos no les prestás atención cuando me mandás el texto a mí? Son todos los detalles de los que te quejás despues, zoquete.
Cómo me ofusca la gente que no sabe laburar en equipo.
pd: ¡Ah! Enterate. Existen las tabulaciones y los márgenes, zopenco, no es necesario andar haciendo todo con espacios que después quedan descuajaringados.
Cuando, hace años, Hermana vino desencajada y me dijo 'no te puedo explicar la manera en que ronca' mi pareja de ese momento, descubrí que la pesadez de mi sueño me protegía de esos sonidos y me permitía descansar en calma.
Cuando, hace días, un señor considerablemente entrado en kilos (tan entrado que podríamos decir salido) se sentó a mi lado y roncó durante más de dos horas a un volumen inhumano, descubrí que mi sueño se aligera en el colectivo.
Pobres de las personas con sueño frágil. Su mal humor está un poco más justificado para mí. Sépanlo.
Duérmase mi amor que entre tus sueños se viene el futuro Duérmase mi amor querer cambiar el mundo va a ser duro...
Y si un día querés elegirme, y si un día queremos compartirnos, entonces...
Teneme ganas, muchas ganas... y que cada vez que nos saquemos las ganas, teneme ganas otra vez.
No me mientas porque no encuentro razones que lo justifiquen. Eso sí, si elegís hacerlo, tené la decencia suficiente para que no me entere jamás (ni lo sienta en la espalda, que es donde primero detecto las mentiras).
No intentes apañarte con máximas que no se adaptan. Es cierto que el que avisa no traiciona. No serás traidor pero, sabelo, serás jodido.
Poneme freno cuando no logre diferenciar si me estás contando algo para compartir lo que te pasa o porque querés que te ayude a resolverlo. A veces tengo dificultades para distinguir pero lo sé y procuro no extra limitarme y aprendí a convivir con esos bordes.
Decime las cosas como son. Si no querés, no querés. Si te da igual, te da igual. Si preferís, preferís. Estar adivinando me agota y no me sale del todo bien. Eso sí, por favor, tomate el tiempo de decirme las cosas. Tirarlas al salir por la puerta y dejarme sola masticando reacciones no es buena idea.
Dejame formar parte de tu vida, animate a ser parte de la mía pero sigamos teniendo cosas propias ¿querés?.
De vez en cuando, sin ninguna intención de fondo, confesame que descubriste algo mío que te gusta o que logra que te sientas orgulloso de mí.
Contame tus cosas, mostrame tus proyectos y dame permiso para coparme alguna vez y engancharme con mis delirios planificadores. Más antes que después voy a dejar que sigan siendo tuyos... y sino, siempre podés ponerme freno.
Entendé que algunos días me pongo melodramática, me cuesta ver el mundo más liviano. Yo sé que es sólo mi cabeza jugando con mis emociones y muchas veces logro diferenciar e ignorarlas pero, sinceramente, me ayuda que le restes importancia, que divaguemos un rato hablando estupideces y que me abraces fuerte. También, muchos otros días, voy a estar contenta y voy a cantar y bailar por los rincones.
No te olvides que vos tenés derecho a decirme lo que sea que quieras conversar conmigo pero yo tengo, siempre, derecho a reaccionar en consecuencia.
Yo, por mi parte, voy a estar ahí, voy a ponerte un freno cuando me parezca adecuado, voy a avisarte qué me daña y qué no, voy a procurar no repetir las cosas que sepa que no te agradan, voy a abrazar y a mimar y a cuidar, voy a prepararte desayunos ricos y, de tanto en vez, voy a cocinarte lo que más te guste. Voy a recordar qué cosas preferís, voy a cuidar los detalles, voy a responder a cualquier hora de cualquier día, voy a acompañarte cuando me lo pidas (y, quizás, cuando no me lo pidas también) y a entender que necesitás tu espacio cuando prefieras preservarlo. Voy a pedirte que me acompañes cuando haga la diferencia y a cuidar mi espacio cuando necesite respirar. Voy a seguir haciendo cosas sola y con otra gente, voy a escribirte palabras lindas más de una vez, sólo porque sí. Voy a tener ganas de compartir duchas y viajes y complicaciones. Voy a caminar bailando y voy a jugar y voy a hacer payasadas con vos sin que nos importe mucho de nada. Voy a tener ganas de contarte cosas. Voy a sentir enorme curiosidad por tus gestos y tus historias y las cosas que te apasionan.
Voy a decirte cada vez que me sienta embobada y orgullosa y cada cosa nueva tuya que descubra y me encante. Voy a tenerte ganas, muchas, te lo voy a contar, te lo voy a demostrar y voy a jugar con eso. Voy a tomarme el tiempo para hablar con vos, voy a darte el espacio y el tiempo para que reacciones y sí, probablemente no sea lo mejor, pero cuando me pidas que no te sature me voy a quedar un poco quieta porque acosarte y perseguirte son dos cosas que no me salen naturalmente. Voy a sentirme refugiada en cada abrazo tuyo y voy a acovacharte entre mis brazos cada vez que sientas que el mundo es demasiado. Voy a respetar tu vida, tus afectos, tu historia y voy a esperar que vos también lo hagas. Voy a acariciar tu cara con las yemas de mis dedos cuando algo duela y me voy a reír con vos a carcajadas cuando amerite (y cuando no y también cuando, quizás, no corresponda). Y voy a tener una vida (mía) y voy a saber que puedo vivir sin vos pero que prefiero compartir vida juntos. Puede sonar insensible, para mi es todo lo contrario.
No voy a estar con vos porque lo necesito, voy a estar con vos porque quiero, porque te elijo.
Tanto sumar y tanto correr sin ir a lugar ninguno quiero quedarme y contigo, sentirme uno Quiero ser uno con tu sonrisa llevarte el desayuno Para tu amor como el mío no encontrarás ninguno
Uno da vueltas buscando el momento más oportuno Para pedirte que de tus besos me des alguno Amar es eso dos corazones latiendo al compás de uno
Tanto fumar y tanto reir y tanto mirar tu boca ¡Como quisiera ser aire, del aire que te toca! Quiero ser uno con tu tristeza y uno con tu alegría Quiero que aun sigas conmigo cuando se haga de día
Uno da vueltas buscando el momento de dar el paso No hay nada que no daría por estar dentro de tu abrazo Amar es eso dos corazones bebiendo de un mismo vaso
Tanto sumar y tanto correr sin ir a lugar ninguno Quiero quedarme y contigo, sentirme uno
Yo quisiera saber cuándo fue que todo cambió tanto. De repente, veo hombres que acompañan a sus parejas a comprar vestidos y zapatos y se sientan en los locales y aconsejan y opinan y esperan. De repente, estamos de fiesta y las mujeres se quedan sentadas por ahí mientras sus novios bailan y joden y hacen pasitos ridículos conmigo. De repente ni el fernet ni el tequila ni el vino ni el champán (ni todo junto) me hacen efecto. No sé si el alcohol viene adulterado o si mi acostumbramiento alcanzó límites insospechados.
Si pienso en despertarme después de una fiesta, encontrarme con amigos en la cocina de su casa, desayunar unos mates con facturas y charla y música... compro, sin pensarlo dos veces, compro. ¿Vos también? Tené cuidado, los mates pueden ser dulces y la música, Arjona.
Por suerte los otros factores equilibraron, más o menos, la balanza.
Sé que es infantil, sé que estoy crecida para estas preguntas, sé que debería haber aprendido algo, sé que vivimos en un mundo que hace alabanza permanente a la intensidad del deseo por lo imposible o lo prohibido, sé que es, quizás, más fácil y seguro deshilacharnos en odas hacia quien más no puede lastimarnos. También sé, por ejemplo, que no puede compararse la fragilidad de añorar lo que nunca jamás sucedió con la fortaleza de ilusiones mutuas, sentimientos recíprocos y deseos compartidos.
¿Por qué hay, en el mundo, tantas palabras preciosas nacidas desde el deseo a la persona que no se puede tener y tan pocos sentimientos plasmados en relación a aquellas que acompañan y acarician?
Te seguiré hasta el final por la ladera del viento para rogarte, por Dios que me hagas sitio en tus besos
Y con las luces del alba antes que tú te despiertes se hará ceniza el deseo me marcharé para siempre y cuando todo se acabe y se hagan polvo las alas no habré sabido por qué me he vuelto loco por nada
Segunda parte de las entregas sobre profesiones y trabajos que no son el mío.
Muchas veces, a lo largo de los años, me dijeron el famoso vos tendrías que ser/hacer pero...
Yo no puedo/debo ser:
01 - Bailarina. Es que la gente no tiene idea de la disciplina y el esfuerzo que eso implica. ¡Soy vaga, che! Dejame con el baile deforme, que tanto me divierte.
02 - Cantante. ¡Hace falta mucho más que memorizar letras para ser cantante! Dejame en la ducha.
03 - Maestra jardinera. Todo bien con los chicos, me encantan, me divierten, me llevo bastante bien con ellos pero no sabés lo feas que me salen las cosas con la tijerita zig zag. Dejame con los cumpleaños.
04 - Psicóloga. Escuchar carradas de problemas ajenos no me convierte en una persona capaz de ayudar a los demás con esos asuntos, ni tampoco en alguien con intenciones de hacerlo. Dejame con las charlas entre mates o cerveza.
05 - Abogada. ¿Qué te puedo decir? No alcanza con una noción privada de justicia y un par de conceptos claros. De hecho, a veces todo eso va en contra. Dejame con las frases cortas.
06 - Actriz. Muy lindo, muy divertido, muy bueno pero de ahí a profesión hay un camino largo. Dejame con el amateurismo.
07 - Vedette. Pero ¡por favor! no tengo ni el cuerpo ni el carisma ni el espíritu. No soy diva, ¡soy papelonera que es diferente! Dejame con las ridiculeces anónimas.
08 - Médica. Como si el sólo hecho de no impresionarse con la sangre y saber que una cosa es ibuprofeno y otra diclofenac fuese meritorio. Ni modo. ¡Dejame en paz!
09 - Peluquera. Si con la zig zag no se me da, ¿qué te hace pensar que con tijera profesional me puede salir? Que no tenga límites y le corte el pelo a quien me lo pida no me hace una dotada en ese aspecto. Dejame despeinada.
10 - Escritora. Seamos sinceros. Para la ficción no se me da y mi vida no es tan copada como para lucrar con las autobiografías. Dejame blogger.
Todo bien, en serio, pero ¡vamos! que algo de autocrítica me queda.
g. cita, en algún rincón, "el cielo flota en el mar"
Después de la arena que arde las plantas de los pies, después de la primera sensación de agua en los tobillos, después de las olas que rompen con furia, después del golpe del agua en el cuerpo, después de pasar esa barrera donde el mar te pone a prueba y juega a alejarte.
Los pulmones llenos de aire, los brazos serenos, las piernas distendidas, el cuello relajado, el pelo jugando a la medusa, los ojos despejados, una sonrisa leve y a los costados del cuerpo el mar. Inmenso, ondulante, imponente, el mar. Junto al cielo, en ese mar, descansa mi cuerpo.
El placer de las dificultades está en la calma de haberlas pasado.
El sábado fue la noche de los borrachos. No encuentro otra explicación para la aparición de mensajes a cualquier hora de personas de las que no esperaba tener noticias en absoluto. No se me ocurre otro fundamento más que borrachera y soledad para desconocer que son las tres de la mañana y la destinataria (en este caso yo), no está a la vista como para confirmar que esté despierta. ¿Es que no puede una mujer común y corriente dormir una noche de fin de semana?
El domingo hubo noche de salsa y demás ritmos caribeños. Recuerdo que alguna vez confesé algo de hombres atractivos, pianos y baterías. Bueno, definitivamente podemos ampliarlo a percusión en general. Eso sí, al cuarto tema entre rumba, merengue y chachachá no hay forma de que siga quieta. Lo que todavía me asombra es que a la gente le sorprenda que yo baile. ¡Vamos! ni soy tan buena ni soy tan mala. ¿Es que no puede una mujer común y corriente bailar una noche de fin de semana?
He visto personas despotricar contra la infidelidad con todas las letras del abecedario y algunas prestadas de otro lado. Sin embargo, en Los puentes de Madison todos la apañamos, desde nuestros propios huesos siempre se ve diferente y cuando conocemos del deseo o el amor de quien engaña o se debate entre hacerlo y no, lo que más se escucha es un dele pa'lante disfrazado de múltiples maneras.
Un vestido cómodo, las ojotas olvidadas en el piso, una coleta desarmándose en el pelo, los pies contra el pasto apenas fresco de la mañana, unos cuantos mates compartidos entre risas y divagues y besos y caricias y después, recostar la espalda completa contra el piso y esperar así, de cara al cielo, las primeras gotas de esta lluvia inminente mientras charlamos en susurros.
Abro los ojos. No. Intento abrir los ojos. Mi cerebro no decodifica si ese sonido es alarma, mensaje, llamada o qué. Corto la ¿comunicación?. Tengo dos minutos para estar lista. Tenía que levantarme hace una hora. Procuro separar la cabeza de las almohadas. Aparece. Punzante, intenso, indeseable dolor de cabeza.
El agua a punto. El mate limpio. Busco la yerba. Sigo todo el ritual. Hoy sí, hoy hay que cumplir con todos los pasos. Agrego la yerba, tapo la boca del mate con la mano derecha, inclino, agito, enderezo despacio, echo el agua desde la altura indicada en el lugar exacto, espero a que la yerba se humedezca, acomodo la bombilla, vuelvo a echar agua (uno, dos, tres, cuatro, cinco). Ahora sí, más de una hora después de abrir los ojos, tomo el primer mate del día y sé que en media hora el dolor desaparece.
¿Te duele la cabeza? Te hacen falta mates. Lo dice la Abu. Tiene razón.
Él: ¿qué estás pensando? Ella: una respuesta. Él: ¿cuál? Ella: un sí.
Él: también fue mi primera vez. Ella: ¿sos tonto? ¿y me lo venís a decir, cinco años después? Él: consideralo una mentira piadosa. Ella: ahora entiendo todo mejor pero ¡pobre mi memoria!.
Cuando aparezco a la mañana cansada, mal dormida, dolorida, sin energías para nada, pálida, los ojos más oscuros que de costumbre, la sonrisa difícil, los labios casi transparentes, cuando es evidente que algo no funciona siempre hay una mujer (de cualquier edad) que pregunta lo mismo. Con gesto de ¡ah, picarona! y sonrisita de se te nota, sueltan un ¡dormiste poco anoche, qué habrás estado haciendo!. Muy rara vez escuché ese comentario en boca de un hombre, la enorme mayoría de las que lo dicen, son mujeres. Chicas, por favor, esa es cara de angina, de dolor de ovarios, de noche en la guardia del sanatorio cuidando una hermana, una amiga, una abuela.
Si me ven llegar más activa, más sonriente, más relajada. Si, de repente, guiño más el ojo y levanto menos la ceja y no puedo contener las canciones cadenciosas. Si notan que respiro pausado y saltan chispas de la mirada. Cuando se encuentren con mi espalda relajada y mis pies livianos. Cuando mis manos se agarren con fuerza de mis brazos, de mi panza como reteniendo las sensaciones, recién ahí tiene sentido envidiarme. Es ahí cuando me voy a prender a los chistes, al doble sentido, con una sonrisa indisimulable en las comisuras de los labios. Y no lo digo con mala intención, digo envidia porque se nota que lo pasé fenómeno.
¿Tan mal pasan, esas mujeres, las noches de sexo desenfrenado como para suponer que así nos vemos a la mañana siguiente?
A fuego lento revoltosas Caricias que parecen mariposas Se cuelan por debajo de la ropa Y van dejando el sentimiento amor forjado a fuego lento
Hay quienes naturalmente generan interés. Algo en su persona, en sus gestos, en su forma de moverse, de expresarse o en sus ojos se apodera del enfoque de todo un grupo. Algunos generan adoración y otros rechazo, emergen como líderes o persisten como villanos pero hay muy poco punto medio. Para bien o para mal, atraen la atención de los demás.
Hay, en contraposición, una gran masa de seres humanos que vamos por la vida en cualquiera de los puntos intermedios de esa paleta. Atraemos la atención de unos pocos, generamos interés en algunos, cariño a veces, decepción otras pero es todo más modesto, más acotado, menos general e instantáneo.
Resulta entre divertido y penoso ver a alguien del segundo grupo procurando robar una escena como si perteneciera al primero. Es torpe y forzado y exagerado. Son intentos plagados de anécdotas encajadas a presión y contadas con poca gracia. Son comentarios que buscan el silencioso aplauso de quiero ser como vos pero caen sobre la mesa sin siquiera chamuscar el mantel. Son inconscientes actitudes que, en vez de cautivar, pasan inadvertidas en el tumulto de voces.
Entender que lo que natura non da, Salamanca non presta puede evitarnos grandes frustraciones.
Afuera hay un zumbido constante que me está calando los tímpanos. No sé si hace frío o calor pero la campera me molesta y sin ella siento que me congelo. (Quiero dormir, quiero dormir, lo único que quiero es dormir.) Me irrita que la gente me hable. Me ofusca tener cosas por hacer. Me hartan las situaciones que habitualmente no me molestan. (Si lo pienso fuerte, fuerte, fuerte, ¿desaparecen todos? ¿se esfuman?) Suena el teléfono y lo tiraría por la ventana. Llegan papeles y los tiraría por la ventana. Suena el otro teléfono y, sí, claro, lo tiraría por la ventana. (Debo mantenerme alejada de la ventana, debo mantenerme alejada de la ventana.) Al zumbido, además, sumale música de protesta, bombas de estruendo y bombos y platillos y la mar en coche. ¡Ah! y por el lado de adentro de mi cabeza hay una reproducción aleatoria de música detestable. (¿Es tanto pedir un rato de silencio?)
Camino descansando la planta completa de mis pies contra el piso cuando estoy relajada, arrastrando levemente los dedos en cada paso cuando estoy cansada y descargando todo el peso del cuerpo en el borde externo cuando el contacto me impacta por el frío, el calor o la aspereza.
Si estoy entusiasmada deambulo en media planta, con pasos cortos y silenciosos. Si estoy molesta u ofuscada lo primero que toca son mis talones. Si de repente freno a dejar caer los brazos y descansar el cuello mi cuerpo ejerce presión en la base de los dedos gordos.
Cuando abrazo con antojo lo hago en puntas de pie. Cuando saludo a desgano avanzo sobre el izquierdo y dejo el derecho listo para retroceder. Cuando me siento mis pies descalzos se acercan a mi y muchas veces se juntan planta con planta y mis manos los abrazan.
Mis pies hablan, dicen, reclaman, cuentan y confiesan. Mis pies adoran los mimos, los masajes y sumergirse en el agua mientras tomo mates. Mis pies juntan cosas del piso, mueven mesas, acercan sillas, abren y cierran puertas, eligen zapatos y se quejan con ampollas por las malas decisiones. Mis pies guardan secretos y se calman cuando entran en contacto con un par de manos queridas. Mis pies acarician, pellizcan y atrapan. Mis pies juegan con otros pies y son felices. Mis pies disfrutan de encontrarte al lado mío en la cama.
En cada ensueño, mis pies me cuentan que te extrañan.
No hay temor de que te pierdas. Estudiando bien los mapas, sé que existen, por lo menos, cuatro formas de que vuelvas.
Por momentos me ofusco por algo y despotrico y me encabrono y descuartizo el tema minuciosamente y argumento y hablo mucho, con voz firme y resuelta y hago ademanes porque soy incapaz de tomar las medidas adecuadas.
Debería, simplemente, aflojar la espalda y llorar.
Chil me pasó un premio por el que tengo que contar 10 cosas honestas. Salen 20 que quedaron de jugar con un Duende al no me importa lo que digan...
01 - me provoca tremendo placer rascarme la cabeza a lo perro aunque los pelos queden hechos un plumero difícil de controlar 02 - defiendo mis ideas y opiniones ante quien sea que venga a atacarlas 03 - no me avergüenza en absoluto que se note cuando estoy enamorada 04 - el maquillaje diurno no es lo mío y no voy a la peluquería 05 - pilas de veces apoyo el teléfono en la mesa y dejo de escuchar 06 - voy por todos lados tomando mates y convidando 07 - soy perfectamente capaz de controlar mis reacciones y parecer una persona ininmutable 08 - miré todas las películas que salieron de Harry Potter... más de una vez 09 - he ido sola a cines, bares, pubes, boliches, recitales y múltiples etcéteras y lo pasé regio 10 - no me sale imaginarme en serio el futuro con alguien más 11 - me despierto de muy buen humor cuando no me toca madrugar 12 - no puedo evitar reírme a carcajadas cuando alguien se cae... (y mucho peor si ese alguien soy yo) 13 - tengo una asombrosa facilidad para dormirme y desconectarme de todo, sea lo que sea que esté pasando el sueño es mi refugio 14 - creo en la democracia 15 - el mundo todo se borra cuando me hacen mimos en la espalda 16 - adoro las sábanas de hilo 17 - jamás probé ninguna droga que no sea de curso legal 18 - aprendí que la gente que más te pide es la que menos merece 19 - ya no intento reconstruir los vínculos rotos 20 - me harta la gente que no se hace cargo de tomar sus propias decisiones y bancarse las consecuencias
No me importa lo que digan, yo, a mi misma, me gusto.