Está fresco y nublado y de a ratos casi que llueve y el aire está diferente y la ropa se siente otra vez agradable sobre el cuerpo y el pelo suelto vuelve a ser un placer y dan, de nuevo, ganas de bailar y me vuelvo a llenar de antojos.
Una taza de café bien cargado, los pies descalzos, una camisa larga, el pelo suelto, algo rico para comer, un sillón, una ventana entreabierta, la lluvia afuera, la brisa suave, vos y yo y charlas y risas y abrazos y mimos y que el mundo haga lo que quiera de la puerta para afuera y desayunar juntos con esta canción hasta que el sueño nos venza otra vez.
Hace muchos años me prestaron un libro. Lo leí, lo disfruté, lo devolví. Todavía recuerdo la historia a grandes rasgos, todavía recuerdo el título, todavía recuerdo la autora. Lo que no esperaba de ninguna manera es que mi cabeza me despierte, hoy, recitando textualmente una frase de esa novela.
Si contemplas llorando las estrellas y se te llena el alma de imposibles es que mi soledad viene a besarte.
Hay un impulso primitivo. Uno de los tantos que tenemos los seres humanos y que aprendemos a controlar con los años (como morder y esas cosas). Es esa reacción que tienen los niños ante una cría de lo que sea. Cachorro, pichón, bebé todos los 'chiquititos' suelen causarles ese efecto. El cariño, la emoción o lo que sea activa el instinto de estrujar. Entre la parva de fotos que hay de nuestra infancia (la de los niños que fuimos con mis hermanos), hay cuatro que conforman la representación exacta ese fenómeno.
Un día (no podría decir cómo) llegó a nuestras manos un pollito. De mayor a menor, los cuatro infantes posamos ante la cámara con el ave en mano. Al mirar las imágenes una tras otra se percibe la pérdida de vitalidad del animal hasta que en mi cuadro (que soy la menor) se lo ve con la cabecita sospechosamente caída. Desde ese día el impulso de estrujar provocado por un enorme afecto y gran emoción se llama, para nosotros, efecto pollito.
Con los años aprendí a controlar ese ímpetu y dejé de provocar daños físicos al objeto de mi afecto. Con el tiempo incorporé el freno y resignifiqué la palabra. Ahora estrujar, en ese contexto, implica abrazar muy fuerte y quedarme pegada a alguien y no querer separarme ni una fracción de milímetro y sentir una molestia adentro cuando el abrazo se interrumpe.
Con los años me civilicé bastante pero cuidate de mi con efecto pollito.
Descubrí que el efecto pollito se da también en los animales. Aquí una prueba.
8 de la mañana, bajo del colectivo (dormida). Baja, también, una compañera de la secundaria y (dormida) prácticamente la choco. Me mira, lo intento (dormira). ¡Cafe! ¿cómo andás? pregunta a modo de saludo. Ehmm, ¿dormida? respondo a modo de excusa. ¡Mirá que nos defendemos de a dos! se ríe mientras señala su panza. Entonces la miro y la veo.
Zapatitos-botitas rosadas.
Jean con rayitas rosadas.
Remera rosada.
Camperita rosada oscura.
Cartera blanca y rosada.
Entro en shock. Me replanteo el futuro completo. ¡La maternidad te pone rosada! pienso entre el horror y el espanto. Finalmente mi cerebro dormido encuentra la calma. Nos saludamos con un beso, doy media vuelta y empiezo a caminar tranquila.
Pensá en una comedia romántica. La que prefieras, la primera que te acuerdes, la que más te guste, la que te conmovió, la que citás cada dos por tres, la que sea.
Sacale los últimos 10 o 15 minutos.
Taraaaannn Ya tenés algo mucho más parecido a la vida real.
¡Y contame en qué comedia pensaste!
I'm not gonna write you a love song ’cause you asked for it ’cause you need one, you see I'm not gonna write you a love song ’cause you tell me it's make or breaking this if you’re on your way I'm not gonna write you to stay If all you have is leaving I’m gonna need a better reason to write you a love song today
Sí, sí... me lo soltó así, al pasar, a las 8 de la mañana. Y yo pienso que el mundo tiene que estar muy mal, que hay mucha mala onda si ver a una persona cantando o bailando o sonriendo en la vereda, la cola del banco o el colectivo hace que se arrimen, me toquen el hombro y me digan cosas como esa o me alegró verte tan alegre o gracias, me contagiaste la buena onda.
¿Alguna vez vas a, si quiera, intentar conocer a un tipo que tenga ganas de conocerte a vos o planeás seguir mucho tiempo más dando vueltas con flacos que están cuanto menos enganchados con otra mujer?
Llega un momento en que alguien tiene que decirlo como es.
Lo que quiero: que pase, dormir hasta que se pase, que ya no duela, que vuelvan mi humor habitual y mis ganas de bailar y que la buena música me ampare. Quiero no tener que moverme de casa. Quiero que me cuiden y me mimen y me abracen y mirar películas con chocolates y que se me pase el frío desde adentro de los huesos. Quiero piojito en la cabeza hasta que me venza el sueño y quede, finalmente, dormida.
Lo que entiendo: que soy un demonio malhumorado, que nadie tiene por qué ponerle pilas para tolerarme, que en dos días se me pasa, que tengo que ignorar a mi cabeza aunque no pueda frenarla, que deberían aislarme del mundo y declararme persona no grata, que esta pena que me ahoga no es real, que mis hormonas me están jugando una mala pasada, que necesito dormir mucho y tomar agua.
Lo que pasa: tengo que trabajar. Tomo café como si fuese agua, no puedo dormir como corresponde, el frío desde los huesos sólo me abandona para convertirse en un sofocón espantoso, me duele hasta la espalda, la música me ayuda, el mal humor me sale por cada poro, el melodrama me domina y, así y todo, hay gente que me aguanta, me prepara mates, charla conmigo, me mima, me abraza y me convence de que ya es hora de dormir.
Nacha y la puta madre que te parió. (y si alguien sale con Arjona desatará mi furia)
1- No comprendo por qué la gente no busca a una persona que sepa para hacer el trabajo. No sé si es porque no perciben la diferencia, porque son demasiado miserables o porque realmente piensan que cualquiera puede hacer aquello para lo que otros estudian años.
2- No consigo entender cómo algunas personas pueden generar tanta mugre en un lugar en el que todavía tienen que quedarse una cuantas horas más.
3- Me tienen profundamente cansada con la historia del almuerzo de miércoles y jueves en la oficina. Estoy decidiendo si habilito la carta de opciones de 8 a 10 o el reparto de patadas de 14 a 16.
Los recuerdos no me amparan. Pero a pesar de todo lo único que me gustaría hacer en esta noche de mierda es estar con vos. Y creo que es fácil de entender, siempre guardo un buen recuerdo (casi un anhelo). Una noche llegué a casa y, sin hacer alarde de una desdicha, había tenido un mal día pero cuando entré estabas vos, adentro de un sobre, arriba de la mesa. ¡¡¡Que gusto!!! Me salvaste, gringa. Puse música. Algo de folclore. Una canción que dice: "yo quiero que me conozcas de corazón para adentro, soy como un niño perdido que va persiguiendo el viento". Te juro que tengo muchas ganas de verte. No sé qué más decir. En realidad sí sé pero no lo digo. Y bueno, no queda otra más que despedirme.
II
Creo que esperaba este momento porque tengo tantas ganas de escribirte (o verte) que qué se yo... Estaba pensando que sería bueno hacerte una visita. Me gustaría decirte todo. En este momento tengo ganas de verte y los niños y los borrachos no mienten y yo soy un poco niño y estoy medio borracho. Futurible: futuro posible. Espero que sea así. Si aceptás mi visita, la entrego con gusto. Tengo ganas de contarte mis sueños y las cosas raras que siento de vez en cuando. Mis recuerdos (todos). Bueno, nada más. Sólo que tengo ganas de verte, muchas ganas.
III
Disculpá por el mucho tiempo sin escribirte. Es que no estoy bien. Tengo algunos asuntos que resolver. Uno es decirte cosas que no sé cómo decir porque no son metáforas ni otros recursos que uso para ponerle rulos a las palabras. Lo voy a intentar, espero que me entiendas... Creo que va a ser la última carta que te escriba. Me siento mal porque creo que no te lo merecés pero el tema es que lo mío con vos no es amor, es sólo que te quiero mucho. Alguna vez me pareció que podía ser algo más que quererte pero cuando me enamoré de me aclaró la diferencia y quedaste en el pasado. Quizás teníamos que esperar 10 años. Es que la química no es como el sabor. Algunos caramelos pueden producir acidez. Chau, gringa. Me duele un poco pero es así. Nos veremos cuando al destino se le antoje.
Dicen que toda buena historia tiene principio, medio y fin.
"Lo que quieras, seré lo que quieras", eso fue lo que él quiso decir, pero dijo -soy sólo el que soy y seré para siempre reflejo de mi.
Ella quiso decir "yo te quiero, como seas te habré de querer", pero dijo -sé tú, para siempre, tú sólo y adiós- a las rama se fue.
Pedro Guerra El reencuentro de Viola y el Barón | Ofrenda
Che, David, a ver si dejás de atorrantear y te ponés a laburar (?).
Me achicaría bastante aunque juegue de agayuda pero araca con no dejarme atorrar porque ahí sí que me arrebezo.
No le daría boliya a los berretines al divino botón de un bacán bolacero que quiere biyuya pero espera un batacazo, al primer balurdo lo sacaría con su batifondo de mi bulín.
Sería una fulana farrista y me lo pasaría fetén faseando entre firuletes en plena festichola.
Nadie, pero nadie, me diría naifa ni feba ni mina ni piba ni percanta ni minusa.
Si yo fuera lunfa en los arrabales me llamarían Feca.
(debería ir Yira, Yira. No puedo escuchar, si le pifié, avisame!)
Sé que no debería ser así, que es un poco excesivo, que al fin y al cabo un par de veces por año me simplifica algunas cosas y el resto del tiempo prácticamente no me molesta pero, no puedo ocultarlo, detesto el fax.
Me molesta tener que quedarme al lado del aparatito sin poder hacer otra cosa mientras pasan las páginas para poder engancharlas una detrás de la otra. Me ofusca que, a pesar de eso, más de una vez se cuelgue y tenga que volver a llamar y ver en qué página quedó la cosa y vuelta empezar. Me enfurece que no sea ágil y masivo como el mail y, entonces, tenga que llamar a 15 lugares para pasar la misma hojita. Me agota saber que el maldito papel se borra y, entonces, cuando recibo algo importante debo (además) hacer una fotocopia para archivarlo pero, por sobre todo, me exaspera el maldito chillido taladrador de tímpanos y arruinador de buen humor que te ataca después del cuarto tono en tantos teléfonos del mundo.
¡Y no, no tiene nada que ver con el hecho de que hoy no quería volver al trabajo! Aunque no quería, no quería y no quiero.
No estás completamente inventada Te falta algo, te falta amor Te falta ser como son los soldados Que mueren junto al frente amor
No importa qué tanto y qué tan fuerte pienses control z en la vida real, el vaso no se arregla, el mate ya se volcó y esa sandez ya la dijiste en voz alta...
Día 1 Él: no, no, no. Vos lo que tenés que hacer es mirarlo, mirarlo, mirarlo y no bajarle la mirada hasta que venga a hablarte. Bien mirado, que se de cuenta.
Café: ah, vos decís una cosa así bien sutil...
Él: claro, la sutileza ante todo. Por ejemplo, si ves un morocho de espaldas le tocás el hombro, cuando se da vuelta te fijás si tiene ojos verdes y si es así, te lo quedás mirando bien fijo.
Día 2 Él: pensé otra técnica que te puede servir. ¿Vos vas a bailar, así, a boliches y esas cosas?
Café: y, no tanto...
Él: bueno, no importa. Este fin de semana armás y vas. ¿Viste esos que están acodados en la barra y no los movés ni con escribano público? Bueno, elegís alguno, encarás para la barra y cuando estás llegando hacés como que te tropezás y caés en sus brazos. Después la piloteás...
Mi nuevo colectivero amigo está abocado a la tarea de lograr que me consiga un morocho de ojos verdes.
Vení, prestame atención un ratito. Yo no sé mucho de nada pero de algunas cosas aprendí alguito. A veces preferiría no saberlo, no haberme enfrentado jamás a la pena y las magulladuras del desamor. Algunos días pienso que no está bueno haber expuesto el corazón a los golpes, que fui tan ciega, tan tonta, tan frágil... Después, en otros momentos, me acuerdo que ahora soy esta que soy, en parte, por todas esas cosas.
¿Ves para dónde voy? No está mal haber querido, no nos convierte en imbéciles haber apostado, habernos jugado el pellejo no nos vuelve vulnerables. De hecho, de tanto en vez es precisamente lo opuesto. Es difícil y angustiante pero hay que pasar el dolor, la distancia, la pena, el enojo, el hastío, la bronca, la desilusión, la decepción.
Después, justo cuando parece que no nos va a entrar nunca más el aire en todos los pulmones llega un día en que inflás el pecho completo. Y te cruzás con esa persona y ya no sentís que te morís por la puntada debajo del final del esternón y podés contar las cosas que pasaron y reírte un poco de ellas y podés empezar a entender dónde fue que te equivocaste vos. Hay un día, una hora, un minuto en que te sentís inmortal.
Y esa fortaleza de saber que no te va la vida puede darte la calma para intentarlo otra vez.
Para morir de amor Siempre queda mañana. Hay que dar tiempo al tiempo Que las penas se pasan.
Para morir de amor Siempre queda mañana. No se muerde la vida De una sola manzana.
Hay frases, declaraciones, confesiones que son especiales. Lo que significan, lo que generan, lo que movilizan, lo que nos animan a proyectar las convierten en palabras que todos, en algún momento, deberíamos escuchar de manera genuina y sentida. Aunque después no se cumplan, aunque algún día se termine, aunque en algún momento duela.
Sin embargo, todo aquel que ose mentir cualquiera de esas expresiones merece una letra escarlata en la frente que le garantice años de soledad y advierta al resto del mundo que ese ser es perfectamente capaz de cometer alta traición emocional. Sea por mentir, por manipular, por incapacidad de sentir o por la diversidad de motivos que existan para cometer semejante delito sentimental, no encuentro justificativo válido.
No hay argumento que respalde la mala actitud de generarnos anticuerpos hacia los momentos que deberían hacernos felices.
I'm sorry that I hurt you It's something I must live with everyday And all the pain I put you through I wish that I could take it all away And be the one who catches all your tears Thats why i need you to hear
I've found out a reason for me To change who I used to be A reason to start over new and the reason is You
Soy absolutamente precientífica y autorreferencial. Soy meticulosa con el lenguaje pero igual me encanta hacer uso (y hasta abuso) de algunas expresiones para reflejar sensaciones.
Estar todo el tiempo explicando, analizando, enroscando las cosas tiene el curioso efecto de cansar y quitarle la magia a los detalles.
Y así, de repente, se te antoja pegarte toda a su espalda, abrazarlo fuerte y quedarte un rato jugando con su panza mientras hundís tu cara de costado entre sus omóplatos sintiéndolo hablar.
Que haya tenido una infancia feliz. Que haya terminado algo en su vida. Que tenga todos los dientes y sanos. Que conozca, como mínimo, los nombres de los integrantes de su familia. Que exista algo que le interese mucho. Que tenga proyectos reales y de los otros. Que sea capaz de jugar.
Dado mi prontuario amoroso, Hermana fue elaborando (con aportes de otras personas de mi entorno) una lista de atributos que deberá tener mi próxima pareja.
Ahora que lo veo escrito, ¡no parece mucho pedir!
Lo principal es que el muchacho sea sanito, que no me fume, ni me tome, pa' empezar, que haga deporte y se levante tempranito, que coma sano y no le guste trasnochar. En lo posible que sea cauteloso y cauto, que eso en un hombre es la virtud fundamental. Si no es así, que por lo menos tenga un auto porque la nena está aprendiendo a manejar. Si es por pedir, yo pediría que sea lindo pa' que los hijos salgan lindos como él. Y si no es lindo por lo menos que sea bueno, o por lo menos tenga un padre Coronel.
Si es bien blanquito... ¡Si! Si es bien blanquito... ¡Si!
Si es bien blanquito habrá que conocer los suegros y averiguar cómo es la rama familiar, no sea cuestión que tenga algún pariente negro y andar mezclando el chocolate con el pan.
Los rubiecitos... ¡Si! Los rubiecitos... ¡Si!
Los rubiecitos suelen ser casi un milagro pero algo turbio también pueden esconder, después te dicen que les gusta el "Queso Magro", y tienen toda la familia en Israel.
¡Que no sea chino!... ¡No! ¡Que no sea chino!... ¡No!
¡Que no sea chino! ¡Santo Dios! ¡Que no sea chino! Y digo "chino" en el sentido general, por esos chinos de países similares, que no son chinos, pero son chinos igual. Le pido a Dios que no me traiga un boliviano, ¡y mucho menos un peruano, por favor! Que sea Católico Apostólico Romano, ¡Que no me vayan a enchufar ningún mormón! Pero volviendo al tema horrible de los chinos, el chino es loco por su honor y su moral, si se le cae el cucurucho de un helado, igual se te hace un harakiri en La Cigale.
Que por favor no vaya a ser un macumbero ni una lesbiana disfrazada de varón, que no sea plancha ni tampoco metalero, que no sea hippie, patovica o maricón. Ni paraguayo, ni chileno, ecuatoriano, mucho charango, mucho indio, y el color. No vas andar lidiando vos con el problema que en Uruguay Rivera ya solucionó. Pero confío en su criterio y en su juicio, ella solita va a poder elegir bien.
Mientras que sea un hombre abierto y sin prejuicios y que la quiera y que la acepte como es.
Entre los varios antojos que, algún día, voy a darme el gusto de concretar está mi propio disco. Un día voy a juntar un par de amigos músicos y voy a invertir en grabar una seguidilla de canciones con el único objetivo de guardar en algún estante de mi casa o en alguna carpeta de mi pc esa música y escucharla de vez en cuando (para reírme o disfrutarla, eso se verá).
Y algunas de esas pistas serán versiones jazz de temas que me encantan.
La primera vez pasa. La segunda me llama la atención. La tercera ya no lo puedo creer. ¿Qué es lo que les asombra? ¿Qué es lo que no pueden creer? ¿Por qué me quedan mirando con una mezcla de sorpresa y escepticismo?
¡¿Es que nadie devuelve los diez centavos de vuelto que recibió de más?!
Hace más de tres años armé el bolso y me fui. En la separación de objetos el teléfono me lo quedé yo, con línea y todo (básicamente porque era mío). Es decir, hace más de tres años que éste no es su número.
Es muy triste que su hermana lo sepa hoy y por mí.
El departamento tiene dos habitaciones. Ayer, con Hermana, nos planteamos seriamente compartir una de ellas y espejar completa la pared de la otra y pasar ahí nuestras divertidas horas de bailes y payasadas. Después nos llamamos al orden y resolvimos que con un espacio del comedor tiene que alcanzarnos. Eso sí, por un ratito nos dejamos tentar.
Es que esta canción nos llenó de ganas de ser bailarinas.
(va este video no muy recomendable, cuando pueda subo la canción solita)
Revisando las búsquedas que condujeron a la gente a mi blog y a alguno más llegué a algunas conclusiones. Un puñado de usos que podrían darse a un blog aprovechando esa valiosa información. Te las paso, si te copa alguna ¡avisame así veo cómo queda!
1- Requechos artísticos. Hay innumerable cantidad de interesados/as en técnicas para hacer manualidades con llaves viejas, bolsas de nylon, revistas, biromes, potes vacíos, encendedores, papel maché y cuanto cachivache se te ocurra.
2- Médico a domicilio. Sería interesante arreglar con las obras sociales y prepagas (por ejemplo) un sistema de consulta online y orientación al enfermo. Es asombrosa la cantidad de gente que le pregunta a san google qué hacer cuando la fiebre aqueja.
3- Apoyatura escolar. Alguien debería tomarse el tiempo de responderle las consultas a todos los que necesitan saber qué es la propiedad conmutativa o cuánto dura una hora cátedra.
4- Match maker. Pienso, por ejemplo, que sería posible reunir a "me invitaron a una fiesta de disfraces que me pongo" con "como vestirse para un casamiento sencillo". Eso es una pareja hecha en el cielo. Alguien debería encargarse de juntarlos y ampliarles las fronteras de búsqueda para que después aparezcan frases como "sexo tremendo" y "como hacer para que se me pare cuando tengo fiebre".
Vos fijate. Siempre hay alguien que necesita algo.