Hay mujeres que son intrigantes. No les hace falta más. Pasan caminando y todos nos quedamos con esa sensación de misterio que impide dejar de mirarlas por un rato.
Hay mujeres que aprendieron un par de tácticas interesantes. Manejan la información, el tiempo, las respuestas, los silencios y, después de un rato de charla dejan en el otro dosis de curiosidad y expectación.
Habemos mujeres que no tenemos lo uno ni asimilamos lo otro. Preguntan y respondemos. Abrimos la bocota y perdemos, al instante, el beneficio y el encanto de la duda.
Hay mujeres que aprendieron un par de tácticas interesantes. Manejan la información, el tiempo, las respuestas, los silencios y, después de un rato de charla dejan en el otro dosis de curiosidad y expectación.
Habemos mujeres que no tenemos lo uno ni asimilamos lo otro. Preguntan y respondemos. Abrimos la bocota y perdemos, al instante, el beneficio y el encanto de la duda.
Definitivamente, intriga no es mi nombre.